EXPOSICIÓN EN EL RAVAL

El punk no ha muerto

El Macba recorre los rastros del movimiento contracultural en la creación contemporánea

Uno de los apartados de la muestra con 'Pop up', autorretrato de Gavin Turk al estilo Sid Vicious.

Uno de los apartados de la muestra con 'Pop up', autorretrato de Gavin Turk al estilo Sid Vicious. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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El punk no ha muerto. Lo proclamaba en su primer disco,  'Punk's Not Dead',  la banda The Exploited, en 1981. Años después de que Johnny Rotten soltara su archiconocido "¿Nunca os habéis sentido estafados?" en el último concierto de los Sex Pistols. Corría enero del 78, y muchos dieron por finiquitado ese movimiento contracultural que había estallado dos años antes en Londres y Nueva York como reacción crítica (y violenta) a un sistema en crisis. Y con 'No future' como rabioso grito de guerra. El mismo lema que ahora luce con neones (y la firma de Jordi Colomer) en el atrio del Macba y que da entrada a una exposición, hasta el 22 de septiembre, que evidencia que la radicalidad del movimiento es aún vigente.

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Tan vigente como lo fue antes de su nacimiento: "El punk es el lugar donde se resume toda la radicalidad del siglo XX", afirma David G. Torres, comisario de la muestra. Una radicalidad que fue salpicando reiteradamente la última centuria, sobre todo con los dadaístas y su voluntad negadora y los situacionistas y sus eslóganes anti-todo, que eclosionó con el punk en la década de los 70 y que continúa: ahí está el 'Te Deum' iconoclasta contra Vladímir Putin de las Pussy Riot en la catedral de Moscú en el 2012. Se ha convertido en "una especie de adjetivo. En una manera de entender el mundo que tiene que ver con una posición crítica de individuos que se sienten discriminados y alienados dentro de una sociedad que cada vez tiende más a la norma y a la competitividad", apunta el comisario.

Así, el punk como actitud de rabia, incorrección, inconformismo, oposición y provocación (y no el punk como estereotipo de cresta, tachuela y chupa de cuero) es lo que recoge 'PUNK. Sus rastros en el arte contemporáneo'que, insiste G. Torres, "no es una muestra sobre punk" sino sobre "los rastros que ha dejado en el arte contemporáneo", como explícitamente indica su título. De manera que al 'No future' (2006) de Colomer, le sigue una instalación de los 90 de Tere Recarens, 'Terremoto', un espacio imposible de transitar sin romper: el vandalismo y la destrucción tan presentes en el punk. La cuestión de las normas establecidas y su transgresión se manifestan en 'Mear en espacios públicos o privados', obra de principios del XXI en la que Itziar Okariz no solo orina en la calle sino que lo hace de pie, como los hombres.

ATRACTIVA Y SEXI

Hay más escenas punks. En 'Lo tengo todo' (2000), Tracey Emin equipara la práctica artística y la sexual, ambas remuneradas, fotografiándose con dinero entre las piernas; la violencia de los 70 sobrevuela una reciente pieza de Chiara Fumai sobre Valerie Solanas, la mujer que disparó a Andy Warhol; y está implícita en 'Septiembre Negro' (2002), la reconstrucción que Christoph Draeger hace de la habitación donde fueron retenidos los atletas de Israel durante los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972. Y todo con un molesto ruido de fondo, marca indiscutible del punk, que alcanza su momento álgido con 'Automàtics', una instalación de Marcel·li Antúnez que rompe con todos los niveles de decibelios permitidos.

En total, más de un centenar de obras que, con cambios, se vieron en Madrid y Vitoria, y se verán en Ciudad de México; y que forman "una exposición atractiva y sexy, sin dejar de lado el rigor y la excelencia", concluye Ferran Barenblit, director del Macba.