Zeina Abirached, dibujar la música

La autora libanesa presenta en el Salón del Cómic la obra 'El piano oriental', que mezcla la historia del invento bilingüe de su bisabuelo, lazo entre Oriente y Occidente, y la suya propia

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ANNA ABELLA / BARCELONA

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‘Toc, toc’, ‘ñam’, ‘pío, pío’, el ‘pííííí’ de los coches, el ‘scrouitch, scrouitch’ de las pisadas de los botines italianos de su bisabuelo...  o el sonido de su inefable invento musical “bilingüe”, símbolo de unión entre Oriente y Occidente, resuenan en las páginas de ‘El piano oriental’ (Salamandra Graphic), la nueva obra autobiográfica de su bisnieta, Zeina Abirached, nacida en el Beirut de 1981, inmerso en plena guerra civil libanesa, quien aplaude sin hacer ruido, sonriente y exprevisa, al decirle que ha logrado dibujar la música.   

Presenta el libro, que concibió como “gráfico y sonoro”, en blanco y rotundo negro, en el Salón del Cómic pocas horas después de participar en el festival Primera Persona. “Quería que el lector se encontrara como ante una partitura musical y que las páginas cantaran. Busqué un código gráfico para trabajar la música, la repetición de sonidos, las onomatopeyas, porque quería una historia principal rodeada de pequeños sonidos”, explica Abirached, que se ha inspirado en el cine mudo de Jacques Tati, “que sabía narrar el sonido”.

Su bisabuelo, que en el libro se llama Abdalah Kamanja, era en realidad Abdalah Chahine, que en los años 50, inventó en el Beirut anterior a la guerra, un prototipo de piano que permitía interpretar melodías orientales, que exigen cuartos de tono distintos a los de las occcidentales, sin cambiar la estructura del instrumento. Lo llevó a Viena a enseñarlo pero no logró que llegara a fabricarse en serie. “El piano tiene un sonido único -asegura Abirached-. Hoy lo conserva la familia de mi abuelo en Beirut pero no hay nadie que sepa ya tocarlo. Por suerte mi abuelo hizo una grabación y existe un disco que puede oírse en Youtube”. 

De hecho, Chahine fundó una compañía que heredaron sus hijos dedicada a vender instrumentos musicales, creó un sello discográfico, Voix de L’Orient, y fue uno de los grandes impulsores de la música árabe en el mundo. Pero el cómic no es solo ese episodio de la historia de su bisabuelo. Esta se entrelaza con la suya propia. Con 23 años, en el 2004, se fue de Beirut a París y vive entre ambas ciudades. Ya había narrado en ‘El juego de las golondrinas’ su infancia durante la guerra pero esta vez no pretendía que fuera autobiográfico. “Pero vi que el piano simbolizaba la unión entre las culturas oriental y occidental y lo identifiqué con mis dos lenguas, el árabe y el francés. Si hay algún mensaje en el libro, cosa que no pretendía, es que es una enorme riqueza tener dos culturas, dos lenguas, dos países. Intento trazar la relación con mis ancestros, entre un pasado oriental y el occidental actual, entre dos mundos que deben cohabitar. Yo soy esos dos idiomas, más un tercero, el del dibujo, que es para mí otra lengua más”.      

"EL TERRORISMO NO ES ORIENTE"

De su cuello pende un colgante con dos palomas que unen sus picos. “Para mí, símbolo de paz y amor”, revela. “Sí, necesitaríamos hoy más que nunca el contacto entre Oriente y Occidente, reducir las distancias, porque no son mundos tan antagónicos, estamos más cercanos de lo que creemos. Sí, son necesarios muchos pianos orientales”. Y recalca que “el terrorismo no es Oriente”. “El problema es que esos terroristas son locos que se quieren vengar. Lo importante del libro es que narra otra visión de Oriente. Lo escribí antes de los atentados de París y cuando ya había la guerra de Siria pero por lo sucedido el libro se ha convertido ahora en un tema de actualidad”.

Para Abirached el árabe era “la lengua de la radio, de la guerra, y el francés era una lengua neutra”. Pero al llegar a Francia, el árabe pasó a ser la “lengua de la nostalgia” de su país, un idioma que tiene "una gran dulzura y que expresa mucha proximidad física en el lenguaje". El libro va mostrando cómo la relación con sus dos lenguas va variando a lo largo del tiempo. Sus lenguas, constata, son sus “dos identidades”, igual que en el cómic se fusionan “grafismo y música”, igual que el “piano toca dos lenguajes musicales”. La fusión de dos mundos.