ENTREVISTA

Marcus Miller: "La esclavitud es un proceso en marcha, no una historia cerrada"

El bajista y compositor, figura clave en la última etapa de Miles Davis, presenta en la sala BARTS un disco sobre la ruta de los esclavos

Marcus Miller

Marcus Miller / periodico

ROGER ROCA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fue el bajista de sesión por excelencia y hoy es un artista con una sólida carrera propia. El miércoles, en la sala BARTS y en el marco del festival Guitar BCN, Marcus Miller presenta 'Afrodeezia', un disco cálido y luminoso, inspirado en su experiencia como portavoz de un proyecto de la UNESCO sobre la ruta de los esclavos y grabado en distintos países de África y América Latina con músicos locales.

¿'Afrodeezia' es un disco sobre la esclavitud? Es una forma de celebrar que hemos sobrevivido a 400 años de esclavitud conservando nuestra humanidad y nuestra integridad, y que hay una gran cantidad de músicas maravillosas que son el resultado directo de esa experiencia. Pero arrastramos otros problemas.

¿Como cuáles? Los efectos dela esclavitud permanecerán durante generaciones. En las cárceles de algunas ciudades de Estados Unidos hay hasta un 80% de presos negros. Y están en la cárcel por cosas que pronto serán legales, como la marihuana. También está la 'ley de las tres oportunidades': si te detienen por un delito menor pero es tu tercera condena puedes ir a la cárcel por mucho tiempo. Es casi otra forma de esclavitud.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":null,"position":null,"text":"\"El\u00a0disco\u00a0'Afrodeezia'\u00a0es una forma de celebrar que hemos sobrevivido a 400 a\u00f1os de esclavitud conservando nuestra humanidad y nuestra integridad\""}}

¿En qué más lo nota? En la comunidad negra hay muchas familias sin padre. Creo que es herencia del esclavismo, porque los hombres a menudo eran alejados de sus familias y eso creó una cultura matriarcal.

El disco se hace más duro en 'I can’t breath', una canción sobre la brutalidad policial en la que participa el rapero Chuck D, de Public Enemy. Me parecía que sin esa canción no sería un disco honesto. Y necesitaba incluirla para explicar que la esclavitud es un proceso en marcha, no una historia cerrada.

¿El proceso de hacer este disco le ha cambiado de alguna manera? No es que de repente haya dicho "¡anda, pero si vengo de África!". Ha sido más sutil, como el darme cuenta de que a través del ritmo se puede rastrear la historia. En Marruecos escuché un ritmo que volví a encontrar en Mali, en Brasil y el Caribe. A mitad del proyecto me hice una prueba de ADN y descubrí conexiones con Nigeria, Camerún, Costa de Marfil e Iberia.

Es uno de los pocos bajistas que lideran su propia banda. Hoy a la gente joven le parece raro, pero cuando yo era un chaval, eso era lo más normal del mundo. Los 70 fueron los años dorados de los bajistas estrella: Bootsy Collins, Sting, Larry Graham, Stanley Clarke, Jaco Pastorious. Solo tenías que apretar un par de pedales y podías hacer todo el ruido que quisieras. Pero los tiempos cambian. Ahora gustan los bajistas con menos protagonismo.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":null,"position":null,"text":"\"Los 70 fueron los a\u00f1os dorados de los bajistas estrella. Pero los tiempos cambian y ahora gustan los bajistas con menos protagonismo. [...] Yo quiero que se note que soy hijo de los 70\""}}

¿Le preocupa descolgarse de los nuevos gustos? Desde que yo empecé, para este tipo de música las cosas han cambiado tres o cuatro veces, y mi posición es esta: cuando toco, quiero que se note que soy hijo de los años 70 pero también que estoy abierto a lo nuevo. Y también que soy de Nueva York, quiero que me oigan incluso desde fuera de la sala. Es parte de mi cultura.

¿Le interesan los acentos locales? Más que nunca, porque mucha gente aprende jazz a través de internet y los acentos locales tienden a desaparecer. Antes, cuando oías a un tipo tocar, sabías si era de Filadelfia o de Detroit. Reconocías el funk de Minneapolis, el swing de San Francisco. En África eso aún se nota mucho, pero es un bien cada vez más escaso y precioso.

¿Qué más da forma a su identidad? Con 20 años ya grababa para mucha gente y quería sacar mis propios discos, pero el vicepresidente de Sony CBS me dio un consejo: "Dicen por ahí que podrías ser el mejor bajista de sesión de Nueva York. Creo que deberías intentarlo y esperar un tiempo a grabar tus cosas". Le hice caso y trabajar para Luther Vandross, Aretha Franklin, Roberta Flack o Miles Davis me hizo ser quien soy.