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At The Drive-In, la furia sofisticada

El reunido grupo post-hardcore desató la locura en Razzmatazz con sus numerosos clásicos

At the drive-in

At the drive-in / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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A finales de los 90, Refused At The Drive-In fueron las bandas que mejor representaron la posibilidad de un hardcore sin límites: experimentaron con el cruce con otros géneros, cultivaron el giro rítmico inesperado, demostraron gran ambición a todos los niveles. Uno y otro grupo coincidieron también en hacer implosión en la cima de su juego; los primeros en el año del clásico ‘The shape of punk to come’ (1998), y los segundos solo un año después de publicar su disco clave, ‘Relationship of command’ (2000).

Curiosamente, ambos decidieron tener cortas reuniones en el 2012. Refused se reformó por segunda vez en el 2014, y siguen. At The Drive-In han esperado hasta este año para su segundo intento, pero por lo visto en Razzmatazz este domingo, han vuelto para quedarse. La salida del guitarrista y ocasional vocalista Jim Ward poco antes de empezar esta nueva gira mundial –cuatro días antes, para ser precisos– no ha resultado trágica: Keeley Davis, de Sparta, uno de los grupos surgidos de las primeras cenizas de At The Drive-In, sabe ocupar su puesto sin problemas e interactuar lúcidamente con el guitarrista Omar Rodríguez-López.

Este último y el cantante Cedric Bixler-Zavala dieron al grupo una fuerza casi maníaca en su primera época. Rodríguez-López estuvo el domingo dinámico pero controlado, mientras que Bixler-Zavala se mostró tan hiperactivo como sus fans esperaban. Era incapaz de estar quieto. Todo saltaba de sus manos. Empezó lanzando un pie de micro al quinto pino y poco después tiraba al público las maracas que toca al principio de ‘Arcarsenal’, apenas después de un par de meneos.

LOCURA COMPRENSIBLE

Otros líderes esperan al último tema, o casi, para lanzarse al público en plancha, pero Cedric se tiró al tercero (‘Sleepwalk capsules’), poco después de haber brincado desde un ampli. Toda esta locura era totalmente comprensible, porque hablamos de música que impele a actos salvajes, pero cualquier cosa salvo primitiva: dieciséis años después, las canciones de ‘Relationship of command’ todavía asombran e intrigan por su eclecticismo estilístico o sus cambios de ritmo.

Ganó el repertorio de ese disco, pero cayeron también temas del epé ‘Vaya’ (1999) y alguno del álbum ‘In/Casino/Out’ (1998) como ‘Lopsided’, que dedicaron al sello BCore y el grupo local Aina, antiguos teloneros suyos. La recta final fue abrumadora, con el encadenado de ‘Catacombs’, ‘Napoleon Solo’ y, por supuesto, la canción que los llevó a las listas y la MTV: ‘One armed scissor’.

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