CRÓNICA
Melody Gardot, espiritualidad y libertad
La cantante y compositora de Filadelfia ofrece un espectáculo cálido en L'Auditori como parte del Festival Mil·lenni
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
Melody Gardot llegó a L’Auditori desde Francia solo diez minutos antes de su concierto del lunes, como parte del Festival Mil·lenni, pero nadie lo habría dicho por la elegancia y parsimonia con la que entró en el escenario, después de que su excelente banda calentara un poco el ambiente.
Fue ella misma quien reveló las prisas después de una gran toma del single ‘Same to you’: “Ha sido una guerra estar aquí en Barcelona”. Durante la noche hubo poca guerra y mucha búsqueda de la paz y la espiritualidad a través de la música. Jazz-soul-rock de hondo calado emotivo, gracias a la majestuosa voz de Gardot pero también ese quinteto de músicos de los que no salía una nota que sonara forzada o automática.
De negro, con gafas de sol y sombrero, Gardot se movió por el escenario como por su casa. Libre y juguetona, reprodujo los sonidos callejeros y llamadas masculinas a una prostituta del tema ‘She don’t know’, llegó a ladrar en una ‘Bad news’ muy Tom Waits... También se dirigió divertidamente a su público, como cuando preguntó a un espectador: “¿Qué haces con el teléfono? ¿Tinder?”.
TRIBUTO A CHARLES MINGUS
Del álbum que venía a presentar, ‘Currency of man’, existen dos versiones en el mercado: una estándar y un ‘the artist’s cut’, es decir, el disco tal y como ella lo concibió. De ahí surge el momento más 'free' de la noche, ‘March for Mingus’, de un minuto de duración en su versión grabada pero muchos más en el directo. Es un tributo, como indica el título, al icónico contrabajista y director de big band Charles Mingus, pero también espíritus libres del jazz como Ornette Coleman y Charlie Haden. Sam Minaie se lució en el papel de Mingus, pero el solo de ¡doble! saxo de Irwin Hall también impactó.
La canción de cuna ‘Morning sun’ (“Este mundo se hizo para soñar / Este mundo fue hecho para ti”) estuvo a punto de completar su cometido anestésico, pero el ritmo subió con el gypsy jazz de ‘Les étoiles’, a la que siguió otro rescate de ‘My one and only thrill’ (2009), celebrada balada ‘Baby I’m a fool’. En la recta final se impuso el groove, primero con una ‘Preacherman’ en la que el público hizo de coro góspel y, ya en el bis, con ‘It gonna come’, extendida para el lucimiento instrumental de músicos pura sangre.
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