CRÓNICA TEATRAL

Magnética danza en la Biblioteca

La melancólica tristeza de 'Dansa d'agost', de Brian Friel, fascina en la nave gótica impulsada por un mayúsculo equipo artístico

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JOSÉ CARLOS SORRIBES / BARCELONA

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Nunca ha ocultado la productora La Perla 29 su interés por recuperar 'hits' del teatro catalán. Lo hizo su mentor, Oriol Broggi, con 'Cyrano de Bergerac', y ahora repite Ferran Utzet, otro director de la casa, con 'Dansa d’agost'. Hace 23 años, Pere Planella dirigió en el Lliure una versión -todo un fenómeno- de esta pieza de Brian Friel, que también se recupera con gran éxito en la nave gótica de la Biblioteca. Porque un montaje como 'Dansa d’agost' agradará tanto a espectadores que se acerquen por primera vez a la melancólica tristeza de Friel como a los que ya la aplaudieron dos décadas atrás. Textos de esta riqueza merecen siempre una revisión. Que ya tardaba, por cierto.

'Dansa d’agost', como explica Utzet, enseña un “trozo de vida”, con innumerables aristas, de la Irlanda rural de 1936 en casa de las cinco hermanas Mundy, todas solteras. Recuerda esa atmósfera, Michael (Albert Triola) -entonces un niño-, hijo 'fuera del matrimonio' de Chris (Carlota Olcina), una de las Mundy. Es la época estival en que el hermano mayor, Jack (Ramon Vila), vuelve a casa enfermo tras una vida de misionero en Uganda. Durante su estancia en África más que predicar la fe cristiana la ha perdido.

BRIAN FRIEL, EL CHÉJOV IRLANDÉS

La hermana mayor Kate (Mònica López) es maestra en una parroquia y la que única que trabaja fuera de casa. Otras dos cosen por encargo bajo el techo familiar: la discreta Agnes (Nora Navas) y la revoltosa Rose (Marcia Cisteró), que sufre una leve minusvalía mental. Maggie (Marta Marco) se dedica, con Chris, a tareas domésticas y es la que parece más vital. Junto a Michael y Jack, hay un tercer hombre en el círculo de las Mundy. Es el guadianesco y fachenda Gerry Evans (Òscar Muñoz), padre de Michael y a quien Chris le perdona sus ausencias constantes. La última será la de irse a la guerra de España con las brigadas internacionales.

Las memorias de Michael son por igual un retrato de familia y de una vida que llega a un incierto punto final. Que Friel es el Chéjov irlandés queda claro en 'Dansa d’agost', por lo que se dice y por lo que los silencios y miradas dejan entrever. Ese cuadro familiar y de época está servido por un reparto sin fisuras. 'Dansa d’agost' es una pieza coral para cinco actrices de primera, como las que tiene un director como Utzet, amigo de contar con todo detalle grandes historias, como lo eran sus obras precedentes de 'La presa' y 'Translations', siempre cuidadas y muy medidas. López, Marco, Navas, Cisteró y Olcina dan un recital mayúsculo. Cada una en su tono y dibujando sus personajes desde el primer trazo.

Ellas se llevan todas las miradas, pero Muñoz también roba plano, igual que Vila -siempre en su sitio- y Triola, duplicándose en adulto y niño en una solución que sorprende de salida pero acaba funcionando.