Tonet de la Música, medio siglo vendiendo 'música en conserva'

Antoni Pantebre, fundador de la popular cadena andorrana, recuerda la época en que la gente hacía colas para comprar discos

Liquidación por cierre de la última tienda de Tonet de la Música en Andorra la Vella, en abril del 2011.

Liquidación por cierre de la última tienda de Tonet de la Música en Andorra la Vella, en abril del 2011. / periodico

NANDO CRUZ / ANDORRA LA VELLA

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Ahora que entrar a comprar discos a una tienda es un acto de militancia o un gesto de neotradicionalismo molón, vale la pena desempolvar la historia del hombre que abasteció a miles de melómanos desde Andorra. Tonet de la Música empezó vendiendo discos de piedra en los años 50, fomentó el tráfico de obras censuradas en los 70 y tuvo siete tiendas en los 90, pero con el cambio de siglo no encontró modo de salvar el negocio. La historia de este comerciante andorrano es también la de la industria del disco.

El 9 de enero de 1952 Antoni Pantebre entró a trabajar en Paradís Musical, la tienda de tocadiscos y radios de su primo. Su misión era atender en el mostrador de "música en conserva". Se refiere a música grabada, que entonces aún se grababa en discos de piedra. "El primer disco que vendí fue la 'Quinta Sinfonía de Beethoven' por la Filarmónica de Berlín, dirigida por Wilhelm Furtwängler". ¿Precio? 25 pesetas. Al día siguiente ya le había caído el mote que le acompañaría el resto de su vida: Tonet de la Música.

Poco después ya se inventó el microsurco y, con él, los singles y los elepés. Pero la mecánica para obtener novedades en aquel pequeño país del Pirineo era bien rudimentaria: "Llamábamos por teléfono a las fábricas francesas de La Voz de su Amo y Deutsche Grammophon, ellos te decían lo que había salido y tú hacías los pedidos. Los discos llegaban en tren hasta la frontera francesa y, de ahí, en camión hasta Andorra", explica.

LA POLICÍA ENCIMA

A mediados de los años 60, estalló el 'boom' del comercio en Andorra y las tiendas de discos iniciaron una época de esplendor que duraría décadas. Casi toda su clientela era española. "En Andorra apenas había 4.000 habitantes y más bien eran campesinos sin cultura musical", recuerda. Y aunque lo que más vendía era música clásica, ya tenía la policía encima. "A veces, me hacía retirar algunos discos del escaparate, pero tras el mostrador había lo que había", suelta. Se refiere al controvertido 'Femmes' de Franck Pourcel, por ejemplo, en cuya portada posaban dos mujeres desnudas.

Pronto la policía empezó a presionarle por otros motivos. "Me decían que tenía que cerrar la tienda a las ocho en punto. ¡Pero estaba llena! Así que bajaba la persiana y seguía vendiendo", cuenta. Melómanos, músicos, periodistas y 'discjockeys' iban a Andorra en masa a comprar las novedades que no llegaban a España. Hasta Tita Cervera y la hija de Franco, Carmen, fueron clientas. Y tiendas de Barcelona como Algueró y Castelló se abastecían también allí. "Los discos que vendíamos a 350 o 400 pesetas los vendían ellos a 800", explica. Muchos eran discos censurados en España.

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Tonet de la Música abrió su propia tienda en 1976. "Como todos me conocían como el Tonet de la Música, la llamamos así", confiesa. No le fue nada mal. "El fin de semana no parábamos. No cerrábamos ni al mediodía. Comíamos en el bar de enfrente", explica. Aquello era una auténtica fiebre. "A veces me llamaban por la noche a casa diciéndome que necesitaban tal y tal disco. Bajaba, les abría, se lo vendía y entonces entraban unos turistas, otros y al final no cerraba la tienda hasta las dos de la madrugada", asegura.

Todo lo que explica hoy Tonet suena a ciencia ficción, sí. "Llegamos a tener dos cajas en una misma tienda: en una cobrábamos con francos y en la otra con pesetas. Y en las dos salía la cola de gente hasta la calle", añade. "A los franceses, todo lo que fuera castañuelas y guitarras les encantaba", aclara. Y a los españoles, todo lo que no cruzaba los Pirineos. "Había gente que se llevaba 60 discos. Yo ya pensaba: este no pasará la aduana hoy. Pero se los vendía todos y si luego no se los dejaban pasar, ya era su problema".

 El negocio aún fue rentable muchos años más. "Llegué a tener siete locales y más de 40 trabajadores fijos", calcula. "Pero llegó internet y se acabó todo", asume aún herido. "Todo aquello ya no se verá nunca más", asegura a sus 84 años. En el 2011, tras deshacerse de todo el estoc, cerró la última sucursal del Tonet de la Música. "No nos quedó ni un solo disco".