CUENTA ATRÁS PARA LOS OSCAR

Charlie Kaufman: "Toda película debería ser una anomalía"

El director y guionista de culto opta al Oscar a la mejor película de animación por la recién estrenada 'Anomalisa'

NANDO SALVÀ

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Gracias a títulos como 'Adaptation' (2002) y '¡Olvídate de mí!' (2004), Charlie Kaufman (Nueva York, 1958) se convirtió en guionista estrella. Luego debutó como director con 'Sinécdoque, New York' (2008), que lo confirmó como retratista único de las neurosis masculinas. Y después desapareció. Ahora, 'Anomalisa' demuestra que el paréntesis fue demasiado largo. Codirigida con Duke Johnson, la nueva película usa la técnica 'stop-motion' para meditar sobre la depresión y la soledad. En solo una semana podría ganar el Oscar a la Mejor Película de Animación.

'Anomalisa' habla de un hombre en viaje de negocios que pasa una noche en un hotel. Sobre el papel, no es un tipo de historia que necesite ser contada usando animación 'stop-motion'. ¿Está de acuerdo en que la película es una anomalía? Sí y no. Es una película muy singular, pero cada vez que creas una obra de arte intentas hacer algo diferente. Toda película debería ser una anomalía, al menos si intenta ser genuina.

¿Diría que esta es la historia más simple que ha contado nunca? Bueno, es la historia de la experiencia vital mundana de un personaje, por lo que es muy pequeña y contenida. Fue concebida como una obra de teatro, o mejor dicho como una obra sonora: solo un grupo de actores de pie sobre un escenario que leen un guión, para que sea el espectador, el oyente, quien cree las imágenes en su mente. Pero no diría que 'Anomalisa' es simple. El proceso de animación la convirtió en la más complicada de contar entre todas las historias que he inventado.

¿Qué dificultades atravesó? En total tardé tres años en hacer la película, y un proceso tan largo puede ser muy frustrante sobre todo porque no sabíamos si llegaría a ver la luz. El dinero se nos acabó más de una vez. Fue una pesadilla, mi Ilíada personal. Pero, a medida que avanzábamos, gradualmente se hizo evidente que la animación stop-motion era el formato idóneo.

¿Por qué? Porque la 'stop-motion' es imperfecta por naturaleza, y la imperfección en este caso tiene sentido dramático. Además, el uso de títeres sugiere que alguien está detrás de los personajes, manejando los hilos de sus vidas. Y las marionetas transmiten un sentimiento de tristeza y fragilidad que es bastante único, y ayudan a crear una atmósfera surrealista y onírica. Y, por último, el proceso de hacer la película fue hermosísimo, como construir un reloj con las manos.

¿Qué le inspiró para crear a Michael, el hombre deprimido que protagoniza la película? Me inspiré en un artículo que leí sobre el síndrome de Fregoli, una enfermedad que hace al que la padece pensar que todos los que lo rodean son la misma persona. Pensé que podría funcionar como una buena metáfora para hablar de la soledad y de nuestra incapacidad para conectar.

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¿Son sentimientos que usted mismo tiene? Desde que escribí 'Adaptation' la gente asume que todos mis guiones son autobiográficos. Y que conste que me da lo mismo. Es cierto que todos los escritores usan sus experiencias personales para contar sus historias en cierta medida. Pero Michael es solo un personaje. Por supuesto a veces me siento solo, ¿y quién no?

Como artista, siempre ha sido muy reacio a explicarse. ¿Por qué? Porque el trabajo de un artista existe para que una audiencia responda ante él y tenga su propia reacción. Por supuesto, muchas películas están diseñadas de modo que solo hay una reacción posible ante ellas, pero yo intento no hacer eso. Si impones un significado oficial a lo que creas, entonces estás negando al público sus propias experiencias. Al final, una historia funciona bien o no. Y, si no funciona, ninguna de las explicaciones que des cambiará eso.

¿Diría que dirigir sus propias historias le da un grado de control sobre ellas que le faltaba al trabajar con otros directores? Hasta cierto punto, sí. Pero he de decir que mis colaboraciones con Spike Jonze y Michel Gondry fueron muy colaborativas. Los respeto y me respetan. Pero sí, en última instancia, como director me da más control. Y me gusta. La escritura es muy difícil y solitaria y requiere una enorme disciplina, algo que yo no tengo. Además, soy una persona visual. Y me gusta el aspecto social de hacer una película, me encanta trabajar con los actores. Es un cambio agradable.

Han pasado siete años desde su anterior película como director, 'Synecdoche, New York'. ¿Se siente un 'outsider' en Hollywood? Las cosas han cambiado en los últimos años, y para mal. Ni los grandes estudios ni las compañías independientes están tomando riesgos. De hecho, tuvimos que entrar en el 'crowdfunding' para hacer 'Anomalisa'. Cuando hice 'Synecdoche' yo estaba en una posición que me permitía hacer lo que quería. Pero entonces vino la crisis económica y lo cambió todo, también porque aquella película no ganó ningún dinero. Así que, en efecto, probablemente no pertenezco, al sistema. Pero aquí sigo.