CONCIERTO
Lindi Ortega, un corazón roto muy entero
La cantautora country demostró poderío vocal en la sala Barts Club, como parte del festival Guitar BCN
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
Una mayoría de las letras de Lindi Ortega, notable cantautora country/rockabilly que la noche del jueves visitó Barts Club con la excusa del festival Guitar BCN, giran en torno a lo mismo: amantes que abandonan, corazones que se rompen, historias de amor torcidas, en fin. Ortega las canta con una intensidad creíble, propia de quien realmente ha pasado por todo ello. Pero también con la entereza de haber no solo sobrevivido, sino crecido tras la experiencia. Todavía ama la vida y sabe divertirse, como demostró en un puñado de canciones animadas en los que sobraron las dos filas de sillas apostadas ante el escenario.
Entre ellos, el tema de aires rockabilly con que Ortega y su trío decidieron abrir la velada, 'Run-down neighbourhood', quizá lo más ligero de su último álbum hasta la fecha: inmenso 'Faded gloryville'. Se ganó al público ya desde esta primera encantadora canción, y siguió ganándoselo con su extroversión y sus aparentes ganas de hacerlo pasar bien, o hacerlo pasar mal pero de forma agradable, cuando llegaran las baladas. En la también nueva 'Half moon' recuerda a Patsy Cline, por esa dulce voz con trémolo que llega hasta el tuétano.
EAGLES Y SAM COOKE
Primero concentrada en su canto imposiblemente bueno, se agarró a la guitarra para la perfecta píldora pop de 'I ain’t the girl' y 'Demons don’t get me down', primera referencia a su fondo de catálogo, al excelente 'Cigarettes & truckstops' del 2012 en concreto. Fue un 'hit' detrás de otro, aunque quizá haya que destacar verdaderos destellos como 'Ashes', 'single' de giros melódicos bellísimos, o su versión solitaria del 'Desperado' de Eagles; también enamoró con el 'Bring it on home to me' de Sam Cooke. Era su primera visita a Barcelona, pero por la respuesta del público, daba la impresión de que, desde luego, no sería la última. Y la próxima actuación podría y debería ser en una sala de mayores dimensiones.
Abrió la noche Jordan Klassen, cantautor de Vancouver de impecable y versátil técnica a la guitarra. Presentó temas de su recién estrenado nuevo álbum, 'Javelin', y recuperó otros más antiguos como 'Hot ashes', incluido en la que es, según Klassen, "la peor película de Bruce Willis". Se llama 'Catch .44', por si quieren probar.
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