'Nadia', la chica que engañó a los talibanes

En ocasiones, la realidad supera a la ficción, como demuestra el caso de una chica afgana de 11 años que desafió el régimen talibán suplantando la personalidad de su hermano Zelmai para así poder trabajar y mantener a su familia. Esta increíble hazaña la narra en primera persona su protagonista, Nadia Ghulam, coautora de 'Nadia', una singular propuesta entre el documental y el teatro que el Teatre Nacional de Catalunya exhibe en la sala Tallers del 3 al 11 de febrero.

"La idea no era era hacer un montaje comercial, sino una obra con mensaje que llegara a la gente y lo hemos conseguido", dice, orgullosa, Ghulam. El montaje, estrenado en el Grec del 2014, ha sido acogido con éxito en Alemania y Colombia, entre otros kygares. Ghulam ya ha superado el miedo escénico. "Estoy muy tranquila frente al público porque esta pieza tiene sentido. El equipo está compuesto por gente que trababaja con el corazón y cuando las cosas se hacen así siempre salen bien", afirma esta valiente mujer. Ella ya explicó su increíble historia en 'El secreto de mi turbante' (Planeta), coescrito on Agnès Rotger. Y parce que su vida también inspiró el filme 'Osama'.

Para Nadia todo cambió el día que una bomba cayó en su casa en Kabul, cuando ella tenía 8 años. Aquel ataque destrozó no solo su hogar sino su cabeza, su cuerpo y su cara que quedó seriamente desfigurada. Tras seis meses en coma empezó a recuperarse. A los 11, un nuevo golpe sacudió su existencia. Su hermano mayor fue asesinado y ante la imposibilidad de contar con su padre padre, que quedó traumatizado por aquello, ocupó el lugar del fallecido. Su madre, al principio contraria por el peligro que suponía, al final aceptó su idea. No tenían muchas opciones si ella y sus hermanas querían sobrevivir en un Kabul en guerra dominado por los talibanes. En ese mundo machista y violento Nadia logró sobrevivir.

Hasta los 22 años mantuvo su personalidad oculta. Primero fue una necesidad, pues los talibanes no dejaban trabajar a las mujeres. Después, cuando llegó la paz, se mantuvo alerta. Por un lado si se mostraba tal y como era no podía controlar la reacción de aquellos hombres que se sentirían engañados al descubrir la verdad. Por otra, ser hombre le daba una libertad que nunca tendría como mujer en su país. "Como hombre puedes ir en bici o salir a buscar pan caliente cuando quieres. Para las mujeres es diferente. Además ellas han de ir siempre tapadas, algo que no soporto", señala. Solo en Catalunya, donde se sometió a su última operación estética en el 2008, ha descubierto su verdadero yo. "Aquí me siento orgullosa de ser mujer. Puedo conducir, ir en bici, salir con amigos, amigas… Disfruto siendo una mujer y puedo hacer lo mismo que un hombre en mi país. Es un privilegio".

EXPERIENCIA TERAPÉUTICA

Pese a los años transcurridos, hay mucho de Zelmai en Nadia. "Mi viviencia no se supera fácilmente. Como digo en la obra: la guerra te deja una marca indeleble, te marca para siempre". Pero salir a escena a rememorar todo aquello la ayuda. "Me emociono cuando explico mi historia, pero hacerlo me da fuerza. Cada cada vez que acaba la representación veo a gente esperándome para darme un abrazo y darme ánimos. Escuchando sus comentarios sé que mi historia les ha llegado. No puedo cambiar el mundo así que mi intención es hacer sólo lo que está en mis manos: dar un mensaje que normalmente no reciben. Esto me da fuerza para seguir con las representaciones".

Su vida cambió tras 14 operaciones para recomponer sus heridas externas y emprender una nueva vida como escritora, cocinera y estudiante de Cooperación social en Catalunya. "Estoy orgullosa de estar en el TNC. Por un lado significa ue nuestros esfuerzos han sido comprendidos y por otro, es una prueba más del amor que me han dado los catalanes desde que llegué".  Y añade: "En general, la gente con cultura o conocimiento valoran mucho este tipo de propuestas que explican una realidad que, normalmente, los medios de comunicación no cuentan".

DE BARCELONA A KABUL

El montaje realizado de la mano del director Carles Fernández Giua y de Eugenio Szwarcer, responsable de las proyecciones, va mucho más allá del libro que escribió Ghulam. El espectáculo enlaza su pasado en Kabul con su presente en Barcelona con el fin de fomentar el debate entre Oriente y Occidente a través de temas como la información, la educación, la amistad y la libertad. El público entra de forma muy directa en la historia a través de Ghulam y de filmaciones realizadas en los lugares que marcaron su existencia y su increíble aventura. 

Swarcer no pudo filmar en la mezquita donde ella trabajó como ayudante de un anciano Mulá pero sí tomar imágenes de alguno de los pozos que construyó, el campo donde trabajó, el mercado al que solía acudir o la colina donde se refugiaba cuando necesitaba estar a solas en momentos de desesperación. "En Kabul has de ir con cuidado. Hay lugares donde no miran bien a los occidentales, y menos si les acompaña una mujer", rememora. Sus imágenes, poéticas y sugerentes, contribuyen a penetrar en un mundo muy diferente de Afganistán que muestran los informativos. De alguna forma humanizan el duro contexto en el que transcurrió la vida de Nadia.

"Intentamos ofrecer una vivencia lo más directa posible al espectador uniendo elementos del teatro y del periodismo de investigación", dice Carles F. Giua. Tanto el director como Szwarcer acompañan a la protagonista en escena. El primero le va haciendo preguntas y Swarcer se encarga de acoplar imágenes, música y sonidos ambientales al discurso.

Satisfechos tras esta primera experiencia preparan un nuevo proyecto escénico documental centrado en una mujer. En este caso se trata de Claudia Poblete, una nieta recuperada cuyos padres desaparecieron durante la de la dictadura argentina. "Es un caso que salió a la luz en el 2001", cuenta Szwarcer. "Hace un mes que volvimos de Argentina tras estar dos semanas con ella por Buenos Aires y hacer un viaje por el país con ella, tras los pasos de ella, buscando referencias de lo que fue la dictadura en los 70".

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