La novela que baila

Una fiesta literaria celebró el regreso de 'El día del Watusi' del llorado Francisco Casavella a las librerías

Homenaje a Francisco Casavella en la librería Calders con motivo de la reedición de 'El día del Watusi'.

Homenaje a Francisco Casavella en la librería Calders con motivo de la reedición de 'El día del Watusi'. / FERRAN NADEU

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Un W roja y grafitera campa sobre las estanterías de la LIibreria Calders. Es el signo del zorro de los seguidores de Francisco Casavella (Barcelona 1963 - 2008) que en un momento de orfandad, hace año y medio, decidieron hacerle allí un homenaje el día del Watusi, es decir un 15 de agosto, la jornada en que todo empieza o acaba en esa novela oceánica de 900 páginas, la más celebrada del autor. Porque es una única novela y no tres libros independientes como aparecieron originalmente entre 2002 y 2003. Así lo entendió Sílvia Sesé al publicarla de una tacada en Destino y así lo entiende Jorge Herralde, que ante la insistencia de Sesé y del escritor y “pájaro carpintero” Kiko Amat acaba de recuperarla con dos prólogos y un postfacio de Amat, Miqui Otero -el “primillo”- y Carlos Zanón, el amigo con el que solo quedaba para cenar. “Así de soso me debía considerar”, bromea el autor de ‘Yo fui Johnny Thunders’ que llamó a su protagonista Francis, el nombre de Casavella para los amigos, y nadie ató cabos.

En el encuentro en la Calders para una nueva celebración watusiana el viernes por la noche hubo calidez, apreturas y cerveza. Apenas se cabía. Y parecía casi una obviedad ponerse a entonar el ‘Oh! benvinguts passeu passeu…’. De hecho podría haberlo hecho el propio Sisa que estaba allí con su buen amigo Carles Flavià. La librera Isabel Sucunza no podía estar más contenta: “Ahora cuando me pidan una buena novela sobre Barcelona podré recomendar el Watusi”. Y es que como suele ocurrir en los actos alrededor del escritor que se fue sin aviso un 17 de diciembre del 2008, aquello fue una fiesta. Amat, Otero y Zanón, los oficiantes, se vinieron arriba, emborrachándose de evocaciones, haciendo evidente que Casavella aún sigue siendo el hermano mayor de los que están intentando escribir sobre la Barcelona real y no sobre la marca para turistas que lleva ese nombre. 

MIRAR DONDE NADIE MIRA

Hubo recuerdos de todo tipo que le intentaron dibujar de cuerpo entero. Programático: “A partir de ahora la única obligación del novelista es practicar un estilo hermoso duro y elástico que preserve su ficción de la ficción general y el lenguaje del lenguaje general”. La frase no procede del Watusi sino del insoslayable libro de ensayos ‘Elevación, elegancia y entusiasmo’ y lo así recordó Amat. Aleccionador: “Él me enseñó a mirar donde nadie mira”, señaló Otero, diestro en encontrar las señales mágicas del amigo desaparecido por doquier. Ítem más: “La narrativa de Francis es como unas gafas que te permiten mirar las cosas con una increíble desconfianza, pero también con un entusiasmo insobornable”. Definitorio: “Casavella habla de la subversión… de la absoluta necesidad de lo irracional, de que la vida no pueda constreñirse a los márgenes de la normalidad y lo previsible (Zanón)”.

Luego desfiló su primer editor, Joan Riambau, que lo descubrió en ‘El triunfo’, y colocó 'El día del Watusi' en su no menos importante perspectiva profético-política: “Fue la novela que  mejor ha sabido levantar las alfombras con las que hasta hoy mismo se ha cubierto la corrupción política y moral española y catalana”. Y sus amigos Martí Sales (Els Surfing Sirles) y Marcos Ordóñez, que acaba de publicar 'Juegos reunidos', un libro de historias pasadas donde Casavella, antes de ser Casavella,  aparece bailando una interminable conga que duró toda la noche.

El acto de la Calders también tuvo algo de conga. Se enlazaron recuerdos, se bebió, se bailó (la rumba 'El triunfo', cortesía del gitano Petitet con la Orquesta Sinfónica de la Rumba de Raval)Herralde emocionado pidió bises y ya pasada la medianoche los dj's  Miqui Puig, Barracuda y Victor Parkas celebraron el reencuentro con la gran novela que baila. 

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