MEMORIA DEL HOLOCAUSTO

Tuitear desde Mauthausen

Carlos Hernández reactiva con un documental la cuenta de Twitter @deportado4443 sobre el día a día de los españoles prisioneros en el campo nazi

ANNA ABELLA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"El cuerpo se acostumbra a ver tanto muerto, uno espera a cada momento la muerte. Allí no valíamos nada”, relata Lázaro Nates, uno de los supervivientes de Mauthausen que aparecen en el documental de 40 minutos del periodista Carlos Hernández, que hace un año publicaba el documentado 'Los últimos españoles de MauthausenLos últimos españoles de Mauthausen' (Ediciones B). Con este vídeo ha reactivado @deportado4443, la cuenta de Twitter a nombre de su tíocuenta de Twitter, Antonio Hernández, en la que durante tres meses y medio estuvo detallando su día a día como deportado en el infausto campo nazi y ejerciendo de portavoz de los otros 9.300 españoles, que como él, estuvieron prisioneros allí.

El documental, con fotos e imágenes originales pero también con testimonios de diversos supervivientes españoles de Mauthausen, Gusen y Buchenwald y entrevistas a expertos e historiadores, como el hispanista Jean Ortiz, cuenta la historia de Antonio Hernández -desde sus humildes orígenes en una familia de jornaleros y ferroviarios de Molina de Segura, en Murcia, hasta su muerte, en el exilio en Francia, en 1992- y por extensión la de otros muchos republicanos que lucharon contra el fascismo.  

CONDICIONES INFRAHUMANAS EN FRANCIA

Hernández, que se alistó como voluntario del Ejército republicano, estuvo primero en la defensa de Madrid contra las tropas de Franco y luego en la batalla del Ebro. Junto a otros miles, huyendo del avance franquista, cruzó la frontera hacia Francia, donde acabó con otros 14.617 hombres, mujeres y niños españoles internado en condiciones infrahumanas en campos de concentración de sur del país. Él salió del de Vernet d'Ariège para ser alistado en el Ejército francés y trabajar en la línea Maginot que debía hacer frente a la invasión nazi, pero fueron capturados en junio de 1940 y enviados a un Stalag o campo de prisioneros de guerra, bajo condiciones regladas por la convención de Ginebra.

El documental, como ya denunciaba Carlos Hernández en 'Los últimos españoles de MauthausenLos últimos españoles de Mauthausen', recuerda que su suerte cambió dramáticamente cuando Ramón Serrano Suñer, el cuñado y ministro de Exteriores de Franco, pactó en Berlín con Hitler que los españoles capturados dejaran de ser presos de guerra y fueran enviados a campos de concentración.

El tío del periodista, junto a otros compañeros republicanos, fue enviados en enero de 1941 a Mauthausen en tren, en vagones de ganado, sin apenas agua ni comida. "Habían llegado al infierno", recuerdan los deportados, que evocan también cómo morían de hambre y agotamiento. Hernández cruzó la línea roja: él y otro preso español encontraron un envoltorio cerca de las cocinas con dos metros de intestino, creían que eran tripas de cerdo pero no vieron o no quisieron ver los cadáveres abiertos en canal que había a pocos metros.    

Antonio Hernández, apodado 'el murciano' por sus compañeros de cautiverio, logró sobrevivir porque evitó el trabajo más duro y letal de la cantera integrado en un comando de albañiles. La cinta, realizada por su sobrino y por Concha Esquinas, da cuenta de la asociación clandestina de españoles, que propició que se ayudaran y cuidaran entre sí, y de la liberación de Mauthausen y Gusen, en mayo de 1945, por soldados estadounidenses.  

RESCATE DEL OLVIDO

Antonio siempre quiso volver a España a ver a su familia pero no lo consiguió hasta 20 años después, cuando conoció a sus sobrinos, entre ellos Carlos, a quien de joven le quedó la asignatura pendiente de no haberle podido preguntar por su experiencia como deportado. De ahí que en el libro, la cuenta de Twitter y ahora el documental volcara su obsesión por sacar del olvido su historia y la de los otros 9.300 españoles deportados y por señalar a los responsables de que "su memoria siga enterrada en las cunetas". Para que no se repita.