Se apaga la irreverencia de Carles Hac Mor
El más inclasificable poeta y artista conceptual catalán muere a los 76 años
Era el tímido más atrevido de la literatura catalana. O del arte catalán. Es difícil encasillarlo. Porque en el proceso creativo del poeta y artista conceptual Carles Hac Mor (Lleida, 1940) se entremezclaban todas las disciplinas apuntaladas en la argamasa de su característico e irreverente sentido del humor. Murió el pasado martes en Sant Feliu de Guíxols, a los 76 años
Sus ganas de divertirse, de alejarse de la convención, se hacían evidentes desde el nombre artístico con el que se dio a conocer, esa Hac, sencillamente la hache de su apellido de DNI, Hernández, que él utilizaba por la fuerza de su sonoridad. El trabajo de Carles Hernández i Mor (Lleida, 1940) es un producto de los rebeldes años 70 y sus formas creativas beben directamente del movimiento Fluxus, un especie de dadaísmo puesto al día que postulaba que el arte que no debe tener el menor interés en lo comercial y sí volcarse sin prejuicios en sus ganas de entretener.
A Hac Mor jamás se le borró su sonrisa guasona y un tanto escéptica, especialmente cuando contaba sus inicios en el Grup de Treball, colectivo de intelectuales, creadores e incluso cineastas, activos entre 1973 y 1976, para el que escribió textos; de hecho, todos los textos de los trabajos del grupo, en los que se proclamaba orgullosamente que aquellas eran obras de arte y no necesitaban el refrendo de la crítica.
CONTRA EL SABER OFICIAL
Fue un vanguardista cuando las vanguardias ya se habían acabado. Era un buen conocedor de todo lo que se había hecho en ese sentido, pero no se dio por vencido y se inventó formas nuevas. Entre ellas estaba la 'parapademia', que, como él solía decir, etimológicamente significaba "contra el proverbio", o lo que es lo mismo, "contra el saber instituido". Pero la definición que más le gustaba era la que le dio una lectora que le dijo que aquello le sonaba a trompeta. Bingo. Junto a la 'parapademia', Hac Mor acuñó géneros como el 'escalaborn' y el 'hiposeptimí', ambos tan gamberros como aquella.
Naturalmente, su vocación de poeta no podía ser convencional. Al igual que el chileno Nicanor Parra, Hac Mor se consideraba antipoeta, para pasar más tarde a bautizarse como infrapoeta y acabar siendo un provocador: "I un colló, borbó-borbó", clamaba un verso de su 'Oda nupcial', uno de sus grandes éxitos en los recitales de poesía, junto a Ester Xargay, en los que revelaba su vertiente más ácrata y en los que nunca faltaban sus característicos jerseys y calcetines rojos, talismanes que marcaban su estilo.
Nunca persiguió la obra lograda y completa, sino más bien la paradoja juguetona y por eso sus libros reescribían lo ya escrito. Entre sus poemarios se cuentan 'Tu’m és no’ms', 'El desvari de la raó', 'S’ha rebentat l’hospici', 'M’he menjat una cama' y 'Coma induït'. También escribió una novela, 'La fi del món', que naturalmente solo podía ser una antinovela. Fundó diversas revistas de arte y poesía, obtuvo el Joan Fuster de ensayo, pero los premios oficiales, todo un síntoma, se le resistieron a este inconformista.
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