Frederic Amat, el viaje continuo

El artista ha mantenido a lo largo de su carrera una fértil relación con un gran número de disciplinas artísticas diferentes

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RAFAEL TAPOUNET / BARCELONA

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Una exposición que puede verse estos días (hasta el 22 de junio) en el foyer de la Sala Fabià Puigserver del Teatre Lliure de Montjuïc da testimonio de la relación “generosamente obsesiva” (en palabras de Lluís Pasqual) que Frederic Amat (Barcelona, 1952) ha mantenido con el mundo del teatro y la escenografía desde que, siendo apenas un adolescente, se inició en el universo de las artes plásticas en la escuela Estudis Nous de la mano, precisamente, del maestro Fabià Puigserver.

Es el mismo tipo de relación fértil y libre que ha mantenido a lo largo de su trayectoria también con la pintura, el cine, la literatura, la escultura, la cerámica, la ilustración, la arquitectura, la música, el grabado o el interiorismo. Artista inquieto, polifacético y transversal, profundamente marcado por sus viajes, Amat ha convertido su carrera en una búsqueda constante de nuevos lenguajes. Una indagación que ha sido reconocida con encargos procedentes de todo el mundo y con numerosas distinciones, entre ellas el Premi Nacional d’Arts Visuals que la Generalitat le concedió en el 2007.

El artista barcelonés ya ha realizado con anterioridad destacadas intervenciones en espacios arquitectónicos, como el ‘Mural de les Olles’ en el Mercat de les Flors, el ‘Mur d’Ulls’ en el Hotel Ohla de Barcelona, la fachada de cerámica esmaltada de Villa Nurbs en Empuriabrava y la ‘Pluja de Sang’ en el Teatre Lliure de Gràcia.