Víctor del Árbol: "Bajo la apariencia de normalidad hay un submundo"

El escritor de novela negra con éxito en Francia ha ganado el premio Nadal con 'Antes de casi todo'

Víctor del Árbol.

Víctor del Árbol. / ALBERT BERTRAN

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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-Anoche no fue muy explícito sobre qué es ‘Antes de casi todo’.

-Una cosa es el argumento y otra la estructura profunda, la intención. La trama es de las más condensadas que he escrito, porque no hay dos tiempos narrativos y se desarrolla en una noche. Del ocaso hasta el amanecer, de La Coruña a la Costa de la Muerte. Se encuentran dos personajes, Germinal Ibarra, un policía veterano que ha decidido que esa noche se suicidará, y Eva Mahler, o Paola, que está agonizando, se aferra a la vida y solo le quiere explicar a él qué ha sucedido.  ¿La intención? Una pregunta que me hice: si somos lo que somos porque no podemos ser otra cosa, o si  es que realmente  somos lo que somos porque no nos atrevemos a ser otra cosa. Pero para ser lo que quieres has de apartar lo que fuiste, y la experiencia me demuestra que la mayoría de la gente no está capacitada para hacerlo. El pasado es algo que nos pertenece y que convertimos en un relato, en una ficción. En cambio, si quieres ser lo que quieres ser has de reconocer todas estas mentiras.

-El pasado veo que siempre va apareciendo en sus novelas.

-Para mí es una constante. Igual que es una constante hablar de la identidad. O las relaciones entre padres e hijos. Aquí Ibarra tiene un hijo con el síndrome de Wilkie, una enfermedad rara, y eso lo condiciona muchísimo. Quien tiene un familiar con una enfermedad rara entenderá el desgaste que supone.

-Este premio puede ayudar a que tenga en España la acogida que ya tiene en Francia? ¿Qué explica esta diferencia?

-En Francia una grandísima editorial como Actes Sud publicó mi primera novela, mientras que en España lo hacía en una editorial pequeña, aunque hace las cosas muy bien. Los premios que he recibido en Francia siempre han sido de género, el ‘polar’, en el que me he sentido cómodo porque va más allá de la novela negra. Ahora tendré más visibilidad para llegar al gran público como yo quiero llegar, como escritor.

-Anoche usted recordó una “frase lapidaria” de su padre. ¿Tiene usted también una cierta tendencia a la frase lapidaria, a la sentencia?

-Acabas escribiendo como acabas pensando. No sé si por mi formación como seminarista. Lo que no soy es admonitorio. Sí tengo certezas y las intento formular de manera clara y concisa. Pero no son verdades absolutas sino mis pensamientos, o los de los personajes. Sí, soy una persona de frases contundentes. Siempre intento encontrar un concepto: ‘Somos lo que somos porque venimos de donde venimos’. Bien: qué reflexión hay detrás de esto.

 -Qué le ha marcado más, ¿haber sido seminarista o policía?

-El seminario fue una parte muy importante de mi formación. Me enseñaron a reflexionar. Conocer a Pere Adell, un sacerdote de Nou Barris, en los años 80, cuando la heroína iba muy fuerte, la policía no entraba en el barrio y solo lo hacían las monjas y los curas, me ayudó mucho.  Me marcó más la época del seminario, me dejó una visión de la condición humana. Mi tiempo en la policía me dejó una visión, muy crítica, de cómo funciona el mundo. La justicia, la ley, las ambiciones, el poder. Entiendes que bajo la apariencia de normalidad hay un submundo .