CRÍTICA

'Steve Jobs': una vida en tres actos

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La métrica del guionista Aaron Sorkin, ágil, hábil, incisiva y geométrica, necesita de un relato largo para explayarse (sus teleseries 'El ala oeste de la Casa Blanca' y 'The Newsroom', sobre política y periodismo) o bien de directores que doten de fluidez y ritmo a su uso magistral de la palabra.

Filmar la palabra –no tan solo registrar los diálogos– es difícil, y Sorkin ha contado con dos buenos colaboradores cinematográficos en David Fincher y Bennett Miller, excelente ambos en la puesta en escena de los guiones de Sorkin 'La red social' y 'Moneyball'.

El británico Danny Boyle, tan dado a veces a los excesos –de 'Trainspotting' a 'Slumdog Millionaire'– posee cualidades distintas. Lo mejor de su trabajo en 'Steve Jobs' es precisamente la calma y la pausa ante un texto lleno de giros, matices, clímax y choques dialécticos. Sorkin vuelve al mundo de las redes sociales y, tras diagnosticar el ánimo del creador de Facebook en 'La red social', emprende ahora un retrato bien cincelado en lo profesional y en lo personal del responsable de la firma Apple.

Lo esencial del intenso drama está organizado en torno a lo que ocurre antes de tres presentaciones, la del computador Macinstosh, la compañía Next y el ordenador iMac. Tres actos decisivos en la obra de Jobs y en la estructura teatral, sólidamente construida, del filme. Michael Fassbender modula bien el personaje y Seth Rogen, Kate Winslet y Jeff Daniels se confrontan con él para sacar mejor a la luz sus contradicciones.