Periodismo de Premio Nobel

Svetlana Alexievich

Svetlana Alexievich / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Premio Nobel 2015. Lo logra una autora bielorrusa que aparecía desde hace unos años en las quinielas, pero a la que se descartaba sistemáticamente, porque, ¡ay!, lo que escribe Svetlana Alexiévich es periodismoSvetlana Alexiévichperiodismo. Y el periodismo es tradicionalmente considerado escrito de segunda fila, textos apresurados de usar y tirar, un oficio sospechoso en el ojo del huracán de la crisis de los medios que –la idea corre por internet, y está calando-, cualquier hijo de vecino puede ejercer.

Gana Alexiévich, veterana y bregada periodista, escritora de libros polifónicos, con voces recogidas en la memoria de la segunda guerra mundial, entre los restos de Chérnobil, en las transformaciones de lo que fue  la Unión Soviética, para dejar constancia del siglo XX e intentar comprenderlo. En su discurso, dijo que era "una mujer-oreja", alguien que recoge palabras, frases, exclamaciones que disparan historias reales, porque todo lo relatado debe ser real.  Es una buena definición de lo que debe ser un cronista.

Así que en el peor momento en la consideración del periodismo, en Estocolmo van y entronizan el género. Algunos arrugan la nariz. ¿Es realmente literatura el periodismo? se preguntan olvidando a Antón Chéjov, uno de los primeros, que se fue a la penitenciaría de Sajalín para ejercerlo, a Truman Capote y su 'A sangre fría', a Josep Pla, a Chaves Nogales. Y también, claro está, a García Márquez, que se presentaba  a sí mismo como un periodista y que le devolvió el favor a la profesión, que según él le había enseñado a escribir, creando la Fundación Nuevo Periodismo Latinoamericano. Pero a Gabo no le dieron el Nobel por 'Relato de un náufrago'.

FRENTE A ESTOCOLMO

Para el periodista norteamericano Jon Lee Anderson, que acaba de lanzar en Sexto Piso'Crónicas de un país que ya no existe' –su personal mirada sobre Libia-, no hay la menor duda de que lo que hace Alexiévich es periodismo: "Es  un periodismo especial, específico, fino y certero en su elaboración y motivación, pero es narrativa de no ficción, construido a través de entrevistas con personas del mundo actual. El galardón supone un espaldarazo a un género que ha tenido tanto o más impacto que la ficción".  

Sin embargo, otro cronista, el argentino Martín Caparrós, uno de los más respetados de la cantera latinoamericana, la más efervescente del ámbito castellano, se rebela contra la idea de que el Nobel le haya dado carta de prestigio al periodismo. Y de paso saca pecho: "Me impresiona que no seamos capaces de construir criterios propios, que la decisión de unos académicos suecos vengan a reemplazar al famoso 'intelectual colectivo'. ¿De verdad sus dictámenes constituyen un 'conocimiento superior'? ¿De verdad necesitamos que esos señores autoricen lo que leemos y escribimos?". 

"La pregunta acerca de si el periodismo es literatura o no tiene que ver, quizá, con un concepto venido de tiempos en el que muchos autores que luego se hicieron grandes novelistas o cuentistas y veían ese oficio como algo alimenticio. Hoy creo que hay toda una generación de periodistas, al menos en América Latina, que no ve al periodismo como un escalón necesario para llegar a la gran novela", matiza la también argentina Leila Guerriero, autora de la indispensable 'Zona de obras', un libro apasionado y clave para entender el género. 

Lo cierto es que, fenómeno Alexiévich aparte, en los últimos años en las librerías españolas se ha detectado un importante auge de la crónica, con la reedición de clásicos indispensables como 'Lugar común, la muerte' de Tomás Eloy Martínez,  'Hiroshima' de John Hersey o los esenciales reportajes de la grandísima Janet Malcom, una de las periodistas que mejor ha reflexionado sin autocomplacencia sobre el oficio. El periodismo literario es una tendencia en alza. Proliferan las colecciones y editoriales específicas es el caso de Debate, Anagrama, Malpaso y las recientes Círculo de Tiza, dedicada íntegramente a la no ficción que acaba de cumplir un año, y Papel, colección de Ediciones B, que proclama precisamente que "el periodismo es literatura". También este año ha aparecido 'El nuevo Nuevo Periodismo' de Robert S. Boynton (Universidad de Barcelona), un libro clave para entender el fenómeno con entrevistas a autores tan fundamentales como Susan Orlean o Gay Talese, el santo patrono del periodismo literario. 

Papel arranca con 'Todos náufragos', una crónica familiar del veterano reportero de guerra Ramón Lobo. "Además de dar noticias bajo la máxima de George Orwell ('Noticia es todo lo que se desea ocultar, lo demás son relaciones públicas'), el periodismo debe recuperar el buen gusto por la palabra escrita y hablada. Las herramientas literarias ayudan a que las historias se puedan leer y disfrutar. Para desarrollarlas necesitamos la confianza de los medios que las van a publicar, paciencia y emoción", sostiene Lobo. Su editora, Carmen Romero, atribuye a la crisis del modelo periodístico el hecho de que las crónicas y los grandes reportajes salten ahora directamente al formato libro: "El lector sigue teniendo interés por las grandes historias".

DESPUÉS DE LA BATALLA

Otra editora, Eva Serrano, fundadora de Círculo de Tiza, asegura que el futuro no está en el periodismo del dato, más coyuntural, "sino en  aquel otro que decide contar el paisaje después de la batalla" y lo analiza. "Porque a mayor cantidad de información, mayor necesidad tenemos de orden y de interpretación".

Ese relato sofisticado de la realidad se realiza, según Guerriero, con una mirada y una utilización del lenguaje, que van más allá de la noticia pura y dura. "Ese tipo de periodismo  -dice- es literatura no porque invente lo que cuenta, sino por la forma en que lo cuenta y la manera en que esa forma está tan profundamente imbricada con el contenido que no pueden separarse lo que se cuenta de cómo se cuenta".