RECITAL ANTOLÒGICO EN EL AUDITORI

Raimon vence al tiempo

El trovador de Xàtiva revivió sus clásicos con vigor en su 75º aniversario

Raimon agradece los aplausos

Raimon agradece los aplausos

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Recital de amplias miras y titánicos pilares, el de anoche en el Auditori, con un Raimon panorámico, recorriendo canciones de todos sus períodos discográficos, luciendo poderío vocal y aludiendo en varias canciones al pulso con el tiempo, gesto al que invitaba la efeméride, el 75º aniversario que festeja estos días. Celebración que cerrará este viernes con su segundo concierto.

El equilibrio entre el paso de las horas y la ausencia, evocado en 'A l'estiu quan són les nou', abrió un recital, como es costumbre en el cantautor, en dos bloques, el primero salpicado por reflexiones relativas al devenir de los días, canciones de su último disco'Rellotge d'emocions' (2011), como 'Mentre s'acosta la nit', envuelta en tinieblas, y 'Punxa de temps', con guiños a la memoria sentimental y cita a 'La internacional'. Movimiento de tierras en el Auditori cuando Raimon comenzó a entonar un clásico de tono autobiográfico: "A l'any quaranta, quan jo vaig nàixer...", y aplausos cuando completó el verso con "...jo crec que tots havíem perdut".

'De nit a casa' trajo un viaje en el tiempo hasta el estado de excepción que el franquismo decretó en 1969. "Quería decir que podían hacer lo que les apeteciera: entrar en tu casa y llevarte el tiempo que quisieran, lo cual creó un clima de miedo", explicó el cantautor, que cambió de momento y escenario en 'Bagdad '91', reflejo de la guerra del Golfo. "Lo que está pasando en Siria e Irak viene de lejos", señaló. Y añadió: "Fue la primera vez que vimos una complicidad entre el ejército estadounidense y los medios de difusión".

RIGOR Y SOBRIEDAD

Un Raimon de icónica camisa roja, alzado ante el micrófono con su reconocible posición severa, mirando al suelo al terminar cada canción. Arropado por el formato en el que se ha asentado desde hace años, el cuarteto de dos guitarras, contrabajo y clarinete, que da un tratamiento diáfano y preciosista, con un halo de ilustración, a su repertorio. Y con una silla al lado en la que apoyó la pierna derecha al tocar la guitarra en 'Molt lluny' o 'La nit', que cerró esa primera parte. Antes, más partituras de cabecera: de 'Al meu país la pluja', con su introducción a cappella, a la elegíaca'Petita cançó de la teva mort', con texto de Espriu inspirado en su querido amigo Rosselló-Pòrcel, fallecido de tuberculosis a los 24 años. 'Una vaca amb un vedellet en braços, con su fonético tam tam, y 'L'única seguretat', aviso de su actitud vital, "l'arrelament del meu dubte".

Tras la pausa, Raimon entró en escena con 'Indesidenter', de nuevo Espriu, y se adentró en los textos de sus poetas medievales: Ausiàs March (Així com cell qui es parteix de sa terra, Si com lo taur), Jaume Roig ('Espill') y el mallorquín Anselm Turmeda ('Elogi dels diners'). La reflexión contemporánea de 'He passejat per València sol', el paso de baile de 'Soliloqui solipsista' y la inédita en disco 'I nosaltres amb ell'.

Tras extender la mano abierta y cerrarla en 'Com un puny', un trayecto de propinas. "Como pensaba que quizá a alguno de vosotros le gustaría el recital hemos preparado unos bises"bromeó un Raimon poco dado al parlamento pomposo, que prefiere que sus canciones hablen por él. 'He mirat aquesta terra' y 'Veles e vents' y alzando el tono, y el canto en el patio de butacas, 'Jo vinc d'un silenci' y 'Al vent'.  'Y un bis final que se hizo esperar. "Ya tengo cierta edad. No tenéis compasión"bromeó antes de asaltar 'Diguem no'. Raimon contra el viento del mundo, contra el tiempo.