Richard Hawley, corazón entre tinieblas

El músico británico desprendió sensibilidad y carácter en la presentación de 'Hollow meadows' en Apolo

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jcortadellasbarcelona 17 11 2015 concierto de richard hawley 151118091445 / FERRAN SENDRA

JORDI BIANCIOTTO

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La emotividad elegante que cultiva Richard Hawley bien podría haberse agotado tras un par de discos o convertirse en sentimentalismo, pero no ha sido así. El que fuera guitarrista de Pulp sigue suministrándonos sustanciosas canciones para arroparnos a aquellas altas horas de la madrugada a las que un día tan bien cantó Sinatra. 

Con suavidad, o no tanto: en ‘Standing at the sky's edge’, su anterior disco, subió el volumen y la distorsión de las guitarras, y de ese trabajo interpretó anoche en Apolo cinco canciones, solo una menos que del nuevo, ‘Hollow meadows’, de modo que, dada la potencia de aquel material, y su aire distintivo, enrarecido y con puntos de fuga psicodélicos, hubo momentos en que no quedó claro qué obra había venido Hawley a presentarnos.

CORTINAS DE GUITARRAS

Aquellas canciones del 2012, como ‘Leave your body behind you’, marcaron territorio con sus cortinas de guitarras reverberadas. Más aún ‘Down in the words’, con un ritmo primitivo a lo Bo Diddley y un fundido místico con vistas a The Doors. Hawley tuvo que pedir al público que hiciera el favor de bajar la voz. “Mañana estaremos en Bruselas, pero allí no nos podréis escuchar. Es ahora cuando podéis hacerlo”, riñó.

Las canciones nuevas, elaboradas durante los cuatro meses que pasó en la cama, con una pierna rota y problemas de espalda, cautivaron a su sigilosa manera, como ‘I still want you’ y ‘Tuesday pm’. Solo que en ese campo fueron oscurecidas por los rescates, pocos, de discos más antiguos, como la ‘orbisoniana’ ‘Tonight the streets are ours’ y un ‘Open up your door’ de majestuosos contornos.

Camino del desenlace, otra nueva, ‘Heart of oak’, alzó de nuevo el tono rockero con una tormenta de guitarras, pero el clímax lo puso Hawley con su especialidad, la canción de corazón abierto y ecos sesenteros, aquí encarnada en ‘There's a storm coming’, que culminó con un dramático solo a cargo de su Gibson rojiza de 1963. Cota aun superada en los bises por un ‘Coles corner’ que reinó como las grandes canciones de Scott Walker, o como el mejor Richard Hawley, que no es poca cosa.

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