Cuando Felipe (González) tuvo su bicentenario

No solo el nacionalismo catalán hace política con la historia: basta recordar el bicentenario de Carlos III impulsado por el PSOE

Imagen del rey Carlos III

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ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El libro de Roberto Fernández que ha obtenido el Premio Nacional de Historia, 'Catalunya y el absolutismo borbónico', es también, y quizá en primer término, un tratado sobre la relación entre política e historia a partir de este caso concreto, en el que, explica el autor, plantea “hasta qué punto ha habido contaminación ideológica en los historiadores catalanes de los dos últimos siglos, en su fabricación historiográfica del siglo XVIII”

“Quiero que se entienda bien que este es un tema universal, de todas las culturas y todas las naciones”, precisa Fernández. Lo que la historiografía nacionalista catalana ha hecho con el siglo XVIII como instrumento para “nacionalizar” lo han hecho también “España, Francia o Inglaterra con el siglo XIX”.

Para ser ecuánime, Fernández recuerda en su introducción el caso inverso al Tricentenari de 1714: el impulso, por parte del Gobierno socialista de Felipe González, del bicentenario de la muerte de Carlos III, en 1989. “Es otra muestra de cómo los políticos quieren utilizar la historia para legitimarse”, dice el historiador. “Los socialistas deseaban dar a entender que ellos eran los herederos políticos de un soberano y de unos ministros de corte reformista e ilustrado, que habían luchado por regenerar y modernizar España y poner en sintonía con la mítica Europa a través de una moderada y gradualista reforma global del país”. Si Felipe González se presentó como sucesor de la obra reformista del reinado de Carlos III, porque “se trataba, ante todo, de política”, Jordi Pujol “reaccionó intentando programar un bicentenario paralelo llevándolo a su propuesta ideológica”. “No compartía lo que a su juicio era el oculto intento de los socialistas de aprovechar la reivindicación del tercer Borbón para alabar y avalar un modelo neocentralista y neodirigista, un modelo jacobino actualizado proclive nuevamente a la uniformidad y a la homogeneización”, escribe. Aunque tampoco desplegó grandes esfuerzos: en ese 1989 estaba centrado en la celebración del milenario de Catalunya, aquella campaña de la que quedó el eslogan de ‘Catalunya 1.000 anys d’Història’ y que, a juicio de Jordi Canal, abre, coincidiendo con la caída del comunismo y la entrada en crisis de la historiografía marxista, el periodo, que se cierra con el Tricentenari, en que los postulados nacionalistas han conquistado la hegemonía del relato historiográfico en Catalunya. 

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