75 años del 'Concierto de Aranjuez'

p Sainz de la Maza, para quien Rodrigo compuso la obra, tañe su guitarra.

p Sainz de la Maza, para quien Rodrigo compuso la obra, tañe su guitarra.

MARTA CERVERA / BARCELONA

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La obra para guitarra más famosa, el Concierto de Aranjuez, del valenciano Joaquín Rodrigo (1901-1999), se estrenó hace 75 años, el 9 de noviembre de 1940, en el Palau de la Música Catalana. En esa fecha el gran guitarrista Regino Sainz de la MazaRegino Sainz de la Maza (1986-1981), para quien el compositor creó la pieza, la dio a conocer junto a la Orquesta Filarmónica de Barcelona. La belleza y dificultad de la obra fue apreciada por el público y la crítica, como recogió Xavier Montsalvatge en la revista Destino. «La novedad no estriba solo en el diálogo, hasta ahora inédito, de la vihuela con la orquesta, sino en algo más. Las fórmulas de escritura guitarrística, según nos dice Regino, son también técnicamente inauditas, como inaudita podemos considerar la belleza, la construcción y los procedimientos musicales de esta pequeña joya, al menos desde la creación del Concierto para Clavicémbalo y Orquesta de Manuel de Falla».

Con el Concierto de Aranjuez la guitarra adquirió el máximo reconocimiento en las salas de concierto. Décadas después la obra triunfaría también adaptada a todo tipo de instrumentos y estilos: jazz, pop, rock... «Es la obra española más ínternacional, la más interpretada y grabada», dice orgullosa Cecilia Rodrigo, hija del compositor y alma de la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo. «El Concierto de Aranjuez te llega al corazón por eso todo el mundo quiere hacerla suya y llevarla a su terreno», añade. Su fundación y el Centre de Documentació del Orfeó Català han cedido imágenes para el reportaje.

El origen de la pieza

Fue a finales de la guerra civil, durante una comida con Sainz de la Maza en casa del Marqués de Bolarque, en San Sebastián, cuando su padre aceptó el desafío del guitarrista de componerle un concierto para guitarra y orquesta. Llevaba tiempo intentando convencerle. Dos meses después, estando en su estudio del Barrio Latino de París, ciudad donde estudió con Paul Dukas, dio con el famoso Adagio. Así lo recuerda el compositor en el libro Escritos de Joaquín Rodrigo. «Me había encariñado con la idea a fuerza de juzgarla difícil, oí cantar dentro de mí el tema completo del Adagio de un tirón, sin vacilaciones, y... en seguida, sin apenas transición, el del tercer tiempo. Rápidamente me di cuenta de que la obra estaba hecha». La inspiración -«esa fuerza irresistible y sobrenatural», como la llamó Rodrigo- no tuvo nada que ver en cambio con la creación del primer movimiento. A él llegó «por la reflexión, el cálculo y la voluntad. Fue el último tiempo de los tres; terminé la obra por donde debí haberla empezado», dijo el maestro.

Ciego desde los tres años, Rodrigo compuso la obra en sistema Braille en 1939. Después, como solía hacer, la dictó nota por nota, instrumento a instrumento a un copista. La partitura la repasó y corrigió al final con su esposa y estrecha colaboradora, la pianista Victoria Kamhi. «Mi padre nunca imaginó la repercusión que tendría su obra», afirma Cecilia.Ni tampoco que pudiera estrenarla tan pronto en España. «En 1940 apenas había orquestas y la pobreza musical y cultural tras una guerra era evidente».

Pero Barcelona, «la ciudad más vanguardista de España» apunta, se atrevió. «En la situación en la que estaba España aquello fue como un milagro», resalta la hija del compositor, que acompañó a Sainz de la Maza al estreno. Poco después la interpretó en Madrid y Bilbao.

Barcelona y la guitarra

«Barcelona desde siempre ha sido la capital de la guitarra clásica, aunque muchos catalanes lo ignoran», dice Fernando Alonso, responsable de la tienda y escuela de música Casa Sors. Sainz de la Maza había vivido en Barcelona. Amigo del guitarrista Miquel Llobet, estudió composición con Pahissa y Morera. Para Alonso el estreno en la Ciudad Condal no fue casual. Hace años él encontró en los Encantss tres discos de pizarra que contenían la primera grabación de la obra que hizo Sainz de la Maza en 1948 para Columbia. Cada uno almacenaba uno de los tres movimientos del concierto que grabó con la Orquesta Nacional de España dirigida por Ataúlfo Argenta. «Las tuve un tiempo y después las vendí a un discípulo del intérprete que las digitalizó y me pasó una copia», explica Alonso, que acaba de vender al Museu de la Música el fondo de Llobet. Él ha facilitado a este diario la reproducción de la grabación de Sainz de la Maza, que ofrece el famoso y versionado Adagio.

Todos los grandes intérpretes de guitarra han grabado el Concierto de Aranjuez menos Andrés Segovia, que ni siquiera lo llegó a tocar pues habría deseado que el maestro se la hubiera dedicado a él. De entre los guitarristas clásicos, Narciso Yepes fue uno de los que más la tocó. Algunos flamencos también se han acercado a ella. El intuitivo Paco de Lucía, que no sabía leer solfeo, aportó su toque en un disco grabado en directo y en presencia del compositor con la Orquesta de Cadaqués, dirigida por Edmond Colomer.

Rodrigo creó 12 conciertos para diferentes instrumentos, 70 canciones, obras instrumentales, corales y música para la escena y el cine. Pero ninguna de sus piezas ha tenido tanta repercusión. «El Concierto de Aranjuez ha traspasado la frontera de lo clásico para ser popular. Ha adquirido otra dimensión», dice la hija del maestro. Y reconoce que a su padre le costó acostumbrarse a las nuevas versiones que surgieron sin su permiso a partir de 1960. «Al pobre no le hizo mucha gracia la reinterpretación que hizo Miles Davis de su obra y menos que se hiciera tan famosa. Pero aquello era imparable. Esa es la otra cara del éxito y al final lo asumió». No le quedó otro remedio.