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Un dia perfecte per volar Un filme libre y admirable

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QUIM CASAS

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El cine nos depara a veces experiencias auténticamente luminosas, revelaciones verdaderas cuando creíamos que todo, o casi todo, estaba inventado en temas y formas, estrategias narrativas e innovaciones tecnológicas, géneros e historias.

La última película de Marc Recha es una de estas experiencias. Luminosa, y reveladora de que aún se puede seguir investigando en los parámetros del relato cinematográfico y, por ello, aún hay capacidad para sorprender. Anda el cine español agitado con muchas e interesantes propuestas tanto clásicas como innovadoras, pero Un dia perfecte per volar vuela, precisamente, con estilo único. Es un filme aparte de las normas y de las revoluciones. Una obra única muy difícil, afortunadamente, de catalogar.

Y también compleja de analizar. Dos personajes, un niño (Roc Recha, hijo del director) y un adulto (Sergi López). Un paisaje montañoso por el que andan, paran, conversan, se mueven. Una cometa que se enreda entre los arbustos como si se negara a volar. Un cuento que los dos personajes se explican mutuamente y que parte de una experiencia del cineasta con su hijo. El viento ahora agitado, ahora calmado. La importancia del sonido de ese viento. Una verdad desgarradora que solo se intuye.

Y una certeza. Cambiante filme tras filme, desde El cielo sube (1991), su debut, hasta Petit indi (2009), su anterior largometraje, Recha se revela una de las voces más personales del cine hecho aquí. Esta película, única en todo, lo demuestra con creces. Q. C.

Marc Recha

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