Coches y Shakespeare

El certamen vive una gran jornada competitiva con 'Cop car' y 'Macbeth'

Jon Watts, director de 'Cop car', fotografiado ayer en Sitges.

Jon Watts, director de 'Cop car', fotografiado ayer en Sitges.

JUAN MANUEL FREIRE / SITGES

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Disfrutemos de Jon Watts mientras podamos, porque en breve será más difícil quedar con él. Este cineasta de Colorado acaba de ser fichado para reiniciar (por enésima vez) la franquicia Spider-man, ahora con Tom Holland, el niño de Lo imposible, en el pellejo del superhéroe adolescente.

Nada mal para un director cuyo primer filme, Clown, surgió casi por accidente: junto a unos amigos, rodó el tráiler de una falsa película de Eli Roth sobre un hombre que sufre una mutación y se convierte, a su pesar, en… payaso. Roth entró en contacto con ellos, pero no para denunciarles. En realidad quería producir y protagonizar esa película.

Watts ha visitado Sitges para presentar, dentro de la sección oficial a concurso, Cop car, pequeña película escrita por diversión que acabó despertando el interés de un tal Kevin Bacon. Él produce y es el villano en este relato iniciático en forma de tensa película de persecución. Dos chavales de diez años descubren un coche de policía abandonado y, en lugar de dejarlo donde está, se dan una vuelta con él, lo que no gusta demasiado al sheriff corrupto dueño del vehículo.

Progresivamente oscura, Cop car parece tener algo que decir sobre el control de armas en Estados Unidos. El director Jeremy Saulnier también parecía opinar al respecto en Blue ruin, un tenso, depurado thriller que le valió el aplauso de la crítica, entre otros motivos por su visión moral de la violencia. En su nueva apuesta, Green room, vista ayer también a competición, la violencia es más heroica: cada victoria letal de los miembros de una banda punk sobre unos neonazis parece diseñada para despertar los aplausos de la platea. Y el público de Sitges se rindió al plan.

Culto por 'Green room'

Destinada al culto instantáneo, Green room es un pequeño thriller salvaje en el que cada detalle referido a la cultura punk rock suena creíble; Saulnier viene de ahí y se nota y disfruta. El momento en que los héroes se marcan una versión del tema de Dead Kennedys Nazi punks fuck off (Punks nazis, jodéos) ante una masa neonazi es historia del cine rock. Solo un hito entre muchos de esta suerte de revisión eléctrica del Asalto a la comisaría del distrito 13 de John Carpenter.

La excelente jornada a concurso continuó con el Macbeth de Justin Kurzel, director de Snowtown. Las adaptaciones al cine de la tragedia escocesa no son pocas (Orson Welles y Roman Polanski firmaron las mejores hasta la fecha), pero Kurzel ha sabido dar un lustre nuevo a la obra del XVII. El director reconoce la fuerza del texto (revisado y editado sin dejar de ser bastante fiel) a la vez que busca formas cinematográficas de sublimarlo, bien ayudado por el director de fotografía Adam Arkapaw (de Snowtown y la primera temporada de True detective). El enfrentamiento final de Macbeth (Michael Fassbender) contra Macduff (Sean Harris), siluetas recortadas contra fondo rojo sangre, es puro éxtasis del cine.

Terror físico y psíquico

Después de Macbeth, parecía claro que cualquier película proyectada después iba a sufrir. Le tocó el muerto a February, un relato de terror, a la vez muy físico (hay cuchilladas) y psíquico, debut como director del actor-guionista Oz Perkins, hijo de Anthony Perkins. Sus flaquezas narrativas se compensan con una firme capacidad para generar intranquilidad.