ARTE CONTEMPORÁNEO

Una iglesia que es un jardín

Santi Moix interviene con color y naturaleza la parroquia románica de Saurí

El artista Santi Moix, junto a uno de los frescos y coloristas murales que ha pintado en la iglesia Sant Víctor de Saurí del siglo XII.

El artista Santi Moix, junto a uno de los frescos y coloristas murales que ha pintado en la iglesia Sant Víctor de Saurí del siglo XII.

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Santi Moix ha pasado muchos veranos en Saurí (Pallars Sobirà), así que cuando los vecinos del pueblo, en plena fiesta mayor, le preguntaron si quería intervenir su iglesia románica, él dijo que sí. Aunque no pensó que la cosa llegara a puerto. Pero llegó. Así, que el artista afincado en Nueva York se puso manos a la obra. El objetivo inmediato: casar el arte contemporáneo con una iglesia del siglo XII para recuperarla. El objetivo a largo plazo: «intervenir iglesias milenarias de la zona que llevan años cerradas para reabrirlas y crear una ruta para atraer público», apunta.

Cuando empezó a pensar en el proyecto, tenía muy claro que quería hacer un trabajo lleno de «color y energía» lo más alejado posible de la «oscuridad y la tristeza» que a veces evocan estos lugares. Y una intervención que permitiera a los feligreses «sentirse a gusto, dejarse ir y buscar su mundo interior sin imponer imágenes». En resumen, «una decoración llena de flores y naturaleza que hiciera referencia al entorno donde está ubicada». El resultado lo define Moix como «una cueva de colores» y como «una iglesia que es un jardín». Todo salpicado con textos de J.V. Foix y Kavafis.

Primero pensó en proyectar imágenes y hacer crecer hongos que dibujaran el espacio. Pero el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya le sugirió que pintara al fresco. «La técnica de las técnicas» que Moix no había usado nunca pero que ahora defiende con pasión: «Una técnica muy sofisticada que permite una gran libertad gestual y que te pone en tu sitio: la corrección no es posible».

Flor de porcelana

La sugerencia de pintar al fresco fue la única que recibió. Para el resto ha tenido libertad total, tanto por parte de los vecinos como del obispado de Urgell. «Les dije que no haría ni santos ni vírgenes, sino naturaleza y luz. Y estuvieron muy receptivos», afirma. Aunque sí hay alguna referencia religiosa como los cuatro evangelistas o los pies de Cristo. Para la última etapa del proyecto, cuando haya financiación, deja la representación de la resurrección: «Una gran flor en el ábside con diferentes capas de pétalos realizados con porcelana y cerámica que dispersen la luz y el color. Algo muy complicado técnicamente», explica.

De momento, lo hecho gusta y atrae a curiosos. «Cada día recibo visitas y las tengo que convencer para que vuelvan a última hora. Ya que las paredes me marcan el tiempo». Y es que el fresco no admite ni correcciones ni demoras.

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