LANZAMIENTO EDITORIAL

Paseos con Lorca

Ian Gibson, fotografiado hace unos días en Madrid.

Ian Gibson, fotografiado hace unos días en Madrid.

JUAN FERNÁNDEZ / MADRID

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«Yo nací en 1965». A Ian Gibson (Dublin, 1939) se le escapa este dato cuando se le invita a viajar al origen de su relación con Federico García Lorca. Tras reparar en el lapsus, suelta una carcajada y aclara: «Perdón, ese fue el año que llegué a Granada, pero para mí fue como empezar una nueva vida. Ahora cumplo medio siglo». Vino para documentar su tesis doctoral sobre el poeta, pero el descubrimiento de los lugares que este habitó y de las sombras que envolvieron su muerte le causó tal impacto que acabó cambiando de planes. «Aquella tesis nunca la acabé, pero Lorca se convirtió a partir de ese momento en mi vocación», añade.

Desde entonces, Gibson ha alumbrado un enorme caudal de estudios, libros y escritos sobre Lorca, incluida su más ambiciosa biografía, y ha sido uno de los expertos que más ha hecho por aclarar los detalles de su muerte y encontrar sus restos. También ha trabajado sobre otras figuras de la Generación del 27, como Dalí, Buñuel o Machado, pero con Lorca, dice, fue diferente.

«Ha sido todo muy extraño. Leyendo su Romancero gitano de joven en Dublín, de pronto sentí una conexión especial. Quizá porque yo también tuve un hermano gay que murió de pena, quizá por esa cosa telúrica que tiene la literatura irlandesa con el habla popular, y que Lorca comparte. Todo en él me resultaba familiar, pero nunca imaginé que 50 años después seguiría caminando a su lado», explica el hispanista.

Guía literaria

El último paseo de Gibson con Lorca es, precisamente, eso, un paseo. En concreto nueve, que son las rutas lorquianas por tierras granadinas que el investigador propone en su libro Poeta en Granada (Ediciones B). De la vega que lo vio nacer a la Alhambra por la que suspiraba, y de la ciudad estudiantil donde se formó al barranco de Víznar donde lo mataron, la obra puede visitarse como una guía literaria por la Granada de Lorca -las rutas incluyen mapas detallados y una selección de datos prácticos-, pero también como una excursión por la vida del poeta a través de los espacios que le vieron pasar.

La pertinencia de este viaje por el Lorca íntimo plano en mano se explica, según Gibson, por la importancia que sus orígenes tuvieron en su obra. «Granada es la protagonista de su poesía, aunque no siempre la nombrara», opina Gibson. Pero no tanto la Granada visible, advierte el estudioso, como la que se perdió tras la expulsión de los moriscos. «Él lo dijo expresamente: 'Ser de Granada me inclina hacia la comprensión de los perseguidos de la Tierra, los negros, los gitanos, los moriscos, los judíos'. No nombra a los gays porque no puede, pero lo piensa», añade el hispanista.

Ian Gibson es partidario de descubrir a los autores conociendo dónde y cómo vivieron. Lo hizo con Joyce, cuya Dublín se sabe como la palma de su mano desde que empezó a leerlo en Irlanda, y también con Lorca, cuya Granada invita a visitar disfrutando de sus luces, pero sin esquivar sus sombras. «Federico presumía de ser granadino, pero detestaba la sociedad de su ciudad, que consideraba retrógrada y asfixiante. La describió como 'la peor burguesía de España», advierte.

El hispanista podría recorrer los sitios lorquianos con los ojos cerrados, pero para escribir su guía ha vuelto a visitarlos usando los poemas y las cartas del autor de Bodas de sangre como brújula. En su excursión se ha encontrado con hallazgos inesperados, como el descubrimiento de que la casa de Bernarda Alba, en la localidad cercana de Valderrubio, ha sido adquirida por un consorcio para convertirla en un centro público; o que la Alhambra, en sus orígenes, no era roja, sino blanca. «Fueron los románticos del siglo XIX los que impusieron su actual color. Me parece imposible pasear por los jardines de la Alhambra después leer a Lorca y no sentir un escalofrío. Sobre todo de noche», reta el investigador.

Con esta ruta, el hispanista se adelanta unos meses al Año Lorca que prepara Granada en el 2016 coincidiendo con el 80 aniversario de su muerte. La efeméride marca, además, la liberación de los derechos legales de su obra. «A partir del próximo año, cualquiera podrá publicar Poeta en Nueva York'o representar El público sin tener que pedir permiso a la familia. Creo que a Federico le habría ilusionado mucho, porque esto le hará aún más popular. Él siempre soñó con estar donde estuviera la gente», opina Gibson.

Sensaciones encontradas

La última ruta que propone Poeta en Granada coincide con el postrero paseo de Lorca. El hispanita confiesa tener sensaciones encontradas cuando visita el lugar donde lo asesinaron. Encontrar este sitio hace medio siglo le cambió la vida, pero no haber podido dar con sus restos después de tanto tiempo lo vive como una cuenta pendiente.

No pierde la esperanza. «Sigo fiándome del enterrador, que me señaló un lugar diferente al que luego fue rastreado», aclara. En su opinión, que a estas alturas siga siendo un misterio dónde están los huesos de Lorca se debe, en gran medida, a una «falta de voluntad política» por encontrarlo. «Es el desaparecido más famoso del planeta. España tiene una deuda pendiente con él y con los otros 100.000 que aún hoy siguen enterrados en las cunetas», sentencia.

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