CRONICA

OBC & Gaudí

El director Kazushi Ono superó con éxito su debut en la Sagrada Família

La OBC en el concierto en la Sagrada Família.

La OBC en el concierto en la Sagrada Família.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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La OBC superó, el domingo, con éxito su debut en la Sagrada Família con su nuevo titular, Kazushi Ono. Aunque la basílica no es el mejor lugar para escuchar música, el sofisticado sistema de microfonía y la impresionante arquitectura compensaron cualquier deficiencia. Y varias pantallas colocadas estratégicamente en diversos puntos permitieron seguir de cerca la actuación de los músicos, muy atentos al mínimo gesto de Ono. Los 3.000 asistentes -1.800 de ellos lograron la localidad mediante sorteo y  el resto, invitados- aplaudieron el experimento al acabar.

Improvisación I, una obra de 1999 para gran órgano de Bernat Vivancos, que Juan de la Rubia bordó, abrió el concierto. Después los metales de la OBC protagonizaron Señales del cielo, creada en 1987 por el japonés Toru Takemitsu. Su interpretación fue tan equilibrada como impactante. Después llegó Exultate, jubilate, de Mozart, en el que brilló la soprano María Hinojosa con una voz ágil y llena de color. Tras un breve descanso la OBC y las voces del Cor Madrigal y del Cor Jove del Orfeó Català despidieron la velada con el Réquiem de Fauré. Los matices de la masa coral se diluían y restaban emoción a la pieza. Mucho mejor se escuchó a los dos solistas. Tanto el barítono Josep-Ramon Olivé como la soprano Maria Eugènia Boix cumplieron sin problema sus respectivos desafíos. «He de reconocer que a veces tenía que hacer un esfuerzo para concentrarme porque me distraía con la arquitectura», señaló el prometedor Olivé.

Para Ono su debut en la basílica fue memorable. «Aunque ha sido complicado equilibrar el sonido, no había mejor lugar para ofrecer este programa, una plegaria al cielo», dijo orgulloso de un concierto que fue retransmitido por Medici TV.