George Miller: «Confieso que estoy un poco loco, sí»

El director de 'Mad Max: Furia en la carretera' ha recogido en San Sebastián el premio Fipresci de críticos y periodistas cinematográficos

George Miller, ayer, antes de recibir el premio Fipresci en el festival.

George Miller, ayer, antes de recibir el premio Fipresci en el festival.

NANDO SALVÀ / SAN SEBASTIÁN

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La película más reciente del director australiano George Miller, Mad Max: Furia en la carreteraes tan buena que la asociación internacional de críticos de cine y periodistas cinematográficos le ha otorgado el premio Fipresci a pesar de ser un blockbuster. La noche del viernes lo ha recogido en el certamen donostiarra.

-Que este premio lo gane una película como la suya es algo casi revolucionario. ¿Es consciente?

-Para mí es difícil distinguir entre el cine de autor y el cine comercial. Pero sí sé que cuando una película es muy arty acaba percibiéndose como un ejercicio tan personal que parece hecho solo para una persona, el propio artista. Por otro lado, las películas tan claramente hechas solo para llevar a la gente al cine en masa carecen de sinceridad. Creo que mi película ha logrado ponerse en medio de esos dos extremos. Y es una película hecha con total sinceridad, sin un ápice de cinismo.

-Uno de los adjetivos más usados para describir su película es demente¿Es usted un demente, señor Miller? 

-Confieso que estoy un poco loco, sí. Mi vida siempre ha estado llena de fantasías. Crecí en un pueblecito rural en el que no había televisiones, y siempre he creado películas en el interior de mi cabeza. La mente te permite llegar tan lejos como quieras, de modo que es fácil perder el norte. Siempre se lo digo a mi familia: un día yo seré un anciano postrado en una silla de ruedas, y cuando tenga la mirada aparentemente perdida en el infinito, no tengáis duda de que estoy dirigiendo una película dentro de mi mente.

-¿Cómo explica la importancia de la saga Mad Max en la cultura popular?

-Creo que Max Rockatansky conecta con el subconsciente colectvo. Para los japoneses es un samurái, para los escandinavos es un vikingo, para los franceses es un cowboy sobre ruedas… Es un arquetipo universal: el guerrero solitario en busca de respuestas está en base de la historia de la ficción. Además, creo que la idea del fin del mundo, y de cómo sobrevivir a él, siempre nos ha fascinado.

-¿No le parece algo deprimente que, 30 años después de crear Mad Maxel futuro distópico que la saga describe siga siendo verosímil?

-Es terrible. William Gibson dijo algo muy cierto: el futuro está aquí, solo que mal repartido. Algunas personas viven de forma futurista, rodeadas de tecnología, y lujo, y un control absoluto del mundo físico, y en el otro extremo hay gente tan centrada en sobrevivir que parece estancada en el medioevo.

-Usted fue doctor antes que cineasta. ¿En qué medida fueron sus conocimientos en medicina útiles a la hora de hacer películas?

-Cuando eres doctor tienes acceso a diferentes puntos de vista sobre otros seres humanos: yo pude tocar el cerebro de alguien con quien había hablado tres horas antes, vi gente naciendo, gente muriendo. El punto de vista cambiaba constantemente. Y como cineasta hago lo mismo. Puedo ir al espacio, o entrar en el cuerpo de un personaje, o en su mente. Sí, los cineastas somos unos doctores. Unos doctores locos, claro.