UNA SINGULAR NOVELA HISTÓRICA

La guerra de Constance

Laird Hunt se mete en la piel de una combatiente en la guerra de secesión norteamericana en 'Neverhome'

Vindicativo 8Laird Hunt revela que unas 400 mujeres combatieron en la guerra civil norteamericana.

Vindicativo 8Laird Hunt revela que unas 400 mujeres combatieron en la guerra civil norteamericana.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Pongámonos en la piel de un veterano de guerra desquiciado, que vuelve a casa sin nadie a quien explicar lo que ha sufrido y que en cualquier momento puede estallar en un arrebato de rabia de aquellos que aparecen en las páginas de sucesos de los diarios. Imaginemos ahora que este veterano traumatizado es una mujer, Constance, que ha luchado en la guerra civil con el uniforme azul de la Unión como Ash Thompson, haciéndose pasar por hombre, y regresa a su granja de Indiana donde le espera su pusilánime marido, Bartolomew. Explicar esta historia, imaginaria pero no tanto, es lo que ha hecho de una forma fascinante Laird Hunt (Singapur, 1968) en Neverhome Neverhome(Blackie Books), en la forma de un diario en el que Constance/Ash va revelando lentamente su experiencia, similar a la de muchas otras mujeres en un episodio hasta hace poco silenciado de la historia de EEUU.

«Hubo centenares de casos, y esas historias van apareciendo lentamente. Quizás fueron unas 300 o 400, y los diarios y cartas enviadas a casa de algunas de ellas pueden leerse hoy. Pero después de la guerra hubo un propósito deliberado de borrar este episodio, de tal forma que al cabo de 150 años, cuando he publicado mi libro, ha habido mujeres que me han dicho que había imaginado una historia maravillosa. ¿Cómo que imaginado? Mis personajes son una invención, pero estas mujeres eran reales», explica Hunt durante su reciente visita a Barcelona (donde, por cierto visitó el Born, y le sorprendió positivamente que aparecieran mujeres en el vídeo sobre la caída de la ciudad el Onze de Setembre, algo que sería imposible en una reconstrucción de las batallas de Gettysburg o Shiloh).

Cree el autor norteamericano que el olvido sobre la participación de las mujeres en la guerra civil se debe a que ese episodio rompe con tabús aún vigentes, como lo demuestra el debate en EEUU por la participación de mujeres en primera línea y la sorpresa tras la presentación de las dos primeras aceptadas en el cuerpo de los Rangers: «Todavía nos resulta chocante que la mujer quite la vida en lugar de darla. Es algo que está grabado en nuestra mentalidad». Quizá por eso, este tipo de historias han estado presentes a lo largo de los siglos en el folclore internacional desde China a España. Y no solo porque haya habido realmente mujeres en los campos de batalla. «Esa idea de que las mujeres han estado al margen de las guerras es un mito -dice Hunt-, aunque en nuestra guerra civil solo haya quedado constancia de las historias de la mujer como sanadora, las enfermeras compasivas, esos ángeles. Las mujeres han estado combatiendo durante siglos, ¡y en la retirada británica de Afganistán en el siglo XIX lo último que vieron muchos soldados heridos antes de ser rematados fue una mujer con un cuchillo!».Hay algo más. «Es una historia que siempre nos atraerá. Algo que creemos imposible (aunque la pudicia de la era victoriana, la costumbre de dormir vestido y no bañarse apenas en campaña y las condiciones de malnutrición que hacían que la menstruación se retirase hacían más viable que una mujer pasara desapercibida, explica), al final es cierto. Además hay algo erótico en ello, algo que está escondido, con elementos de pasión, de poder y de represión. Y nos sigue fascinando: si piensa en ello, en las películas que vemos actualmente siempre hay personajes que son mujeres guerreras, poderosas», explica Hunt.

Melancolía

Su Constance podría ser perfectamente diagnosticada como víctima del síndrome de estrés postraumático. «Muchas de esas mujeres reales nunca regresaron a casa, y cuando lo hicieron no podían hablar de sus experiencias como cualquier otro soldado», explica. De ahí el título, Neverhome. «Por supuesto, en el siglo XIX no había un nombre para este problema, se hablaba de tristeza y melancolía. Ash, cuando explica su historia, no puede decir que sufre un síndrome de estrés postraumático, solo sabe que lleva en su interior algún tipo de furia, una rabia interior que a veces no puede refrenar».

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