Poéticas máscaras contra el alzhéimer en el Poliorama

'André y Dorine', de los vascos Kulunka, llega a BCN tras triunfar en 25 países

Dault y Insausti, con las máscaras creadas en resina por la propia actriz.

Dault y Insausti, con las máscaras creadas en resina por la propia actriz.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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André y Dorine son dos entrañables ancianos, a la greña en su rutina cotidiana. Él, escritor, toca frenéticamente una máquina de escribir. Ella, las notas de un violonchelo. Son sus armas en la batalla de la monotonía. Así hasta que son golpeados por el cruel alzhéimer. André y Dorine no hablan, pero lo dicen todo con máscaras, gestos, humor y música. Cuando la enfermedad empieza a devorar los recuerdos y la identidad de la mujer, él se lanza a escribir su pasado común para luchar contra el olvido. El flechazo, el nacimiento de su hijo... Quiere recordar cómo han amado para seguir amando. Recordar quiénes han sido para no olvidar quiénes son. La conmovedora historia de André y Dorine ha emocionado a espectadores de 25 países (de China a EEUU) y, por fin, recala en Barcelona, en el Poliorama, del 5 al 19 de septiembre. Es el aplaudido debut de la compañía vasca Kulunka. Una bellísima y poética historia de amor, lucha y superación que funde teatro y vida.

«No sacamos partido de la tragedia. Es una montaña rusa de emociones, con drama y comedia, sobre un matrimonio que en su vejez debe reconstruir su vida y su relación por la enfermedad», aclaró ayer el actor y productor José Dault, durante la presentación del montaje. La actriz Garbiñe Insausti (también productora y creadora de las máscaras) y el actor Edu Cárcamo completan el elenco, que recrea 15 personajes bajo la dirección de Iñaki Rikarte, mientras Yayo Cáceres ha compuesto la música.

«Quisimos crear un espectáculo sin fronteras, que emocione y divierta en todas partes apoyándonos en el gesto y en unas máscaras muy expresivas que imponen su poesía visual», declara Insausti. «También es muy importante la relación con los objetos», agrega Dault, que cita las películas de Pixar como un referente con lugares comunes. Algo hay en el genial tramo inicial de Up que recuerda a los ancianos de Kulunka.

REIVINDICACIÓN DE LA VEJEZ / La compañía se planteó para su debut dar visibilidad a la tercera edad. Quería abordar la trascendencia del tiempo y el valor de la experiencia. «Buscamos algo alejado de las historias de jóvenes. Parece que cuando las personas ya no son productivas, ya no tienen derecho a sentir, a amar. Nosotros reivindicamos su protagonismo», argumenta Dault.

Les inspiró, y de ellos toman los nombres los personajes, la historia de amor entre el filósofo André Gortz y su mujer, Dorine, que, octogenarios, se suicidaron en el 2007. Ella sufría una enfermedad degenerativa y él, meses antes, le declaró su amor en la conmovedora Carta a D. «Acabas de cumplir 82 años. Has encogido seis centímetros, solo pesas 45 kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 años que vivimos juntos y te amo más que nunca», escribió Gortz.

La compañía Kulunka trasladó su relato de amor al drama del alzhéimer, «una pandemia que no se trata como tal», subraya Dault. La presidenta de la Fundació Pasqual Maragall, Cristina Maragall, y la presidenta de la Associació de Familiars de Malalts de Alzheimer de Barcelona, Concepció Pujolar, se congratularon de la iniciativa del colectivo vasco. «Estamos agradecidísimas a que trabajos como este entren a fondo en la enfermedad. No debemos dejar de hablar de ella, hay que investigar más para hallar una solución», reclama Maragall. «No se tiene ni idea de lo que es. Se necesita más sensibilización», tercia Pujolar. De la mano de André y Dorine,  Kulunka nos introduce en ese mundo del olvido con exquisita ternura y humor. Con risas y lágrimas.

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