NUEVA TEMPORADA DE LA SALA DEL GÒTIC

La censura de Berlusconi llega al Maldà

La Calòrica rescata la sátira política y cabaretera 'L'editto bulgaro'

Marc Rius, Xavi Francés y Arnau Puig, en una escena de 'L'editto bulgaro'.

Marc Rius, Xavi Francés y Arnau Puig, en una escena de 'L'editto bulgaro'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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El irrepetible Silvio Berlusconi da un juego inabarcable a cualquier género, de la sátira al cabaret (también cabría el drama y la tragedia), y en estas tesituras de humor y crítica, aderezadas con canciones italianas, lo presenta la compañía La Calórica en L'editto bulgaro, obra que repesca el Maldà para abrir la nueva temporada y animar este agosto la alicaida cartelera escénica. El montaje, dirigido por Israel Solà y que estará hasta el 6 de septiembre en la sala del Gòtic, parte de un escándalo periodístico perpetrado por el todopoderoso Berlusconi el 18 de abril del 2002. De visita oficial en Bulgaria, el entonces primer ministro italiano declaró ante la prensa internacional que el «uso criminal» que el humorista Daniele Luttazzi y dos periodistas habían estado haciendo de sus programas en la televisión pública era inadmisible. Un par de días después sus espacios fueron cancelados. Así las gastaba Il Cavaliere.A partir de aquel episodio y recurriendo al teatro documento y los late shows, la compañía se propuso reflexionar «sobre la libertad de expresión, la censura y los límites del humor», informa el dramaturgo Joan Yago. «El late show que conducía Luttazzi, Satyricon, era crítico con Berlusconi pero más light que el Gran Wyoming», dice. La polémica surgió a raíz de una entrevista con el escritor Marco Travaglio, autor del libro El olor del dinero, que rastrea los vínculos del político con la mafia. «Ambos se fueron animando y acabaron desvelando las confesiones de un mafioso arrepentido que relacionaba a Berlusconi con la Cosa Nostra».

El primer ministro contratacaría con el llamado editto bulgaro: Luttazzi, a la calle. Incluso le tacharon de intruso para justificar la patada (aparte de alegar una supuesta bajada de audiencia). «Dijeron que ese hombre no estaba haciendo humor sino política. Le acusaron de hacer periodismo sin licencia. Y ahí aparece un debate interesantísimo: si lo que no dicen los periodistas porque tienen miedo lo han de decir los humoristas», argumenta Yago. Ese es también el debate de La Calórica, que el 16 de septiembre llevará Bluf (estrenada en este Grec) a la sala Beckett. «En cada obra nos criticamos a nosotros mismos y reafirmamos que a veces nos acobardamos ante el poder», sostiene.

Estreno en el Grec

L'editto bulgaro, que se estrenó en el Grec 2012 por encargo del festival, no es un biopic de Berlusconi, matiza Yago, pero incluye al final una actualización de sus últimos desvaríos. Además de reproducir las entrevistas y monólogos reales de los protagonistas, introduce una escena a les Teresines: tres Marías fieles a Il Cavaliere dan voz a un pueblo que hizo oídos sordos al escándalo y siguió apoyando al dictatorial personaje. «Eso fue lo más frustrante para Luttazzi, que no hubo ni huelgas ni una gran reacción a esa censura. Lo mismo que está pasando en España con los papeles de Bárcenas, el Camargate... Al final no pasa nada».