Esencia de Supertramp

Roger Hodgson, con su guitarra, anoche durante su actuación en el Festival de Peralada.

Roger Hodgson, con su guitarra, anoche durante su actuación en el Festival de Peralada.

JORDI BIANCIOTTO / PERALADA

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Son canciones que hablan de rebeldías adolescentes (School, The logical song), de visionarios que sueñan despiertos (Dreamer) y de locuras bélicas que amenazan a la humanidad (Fool's overture). Material con un punto candoroso, quizá idealista para un caballero de 65 años, pero Roger Hodgson decidió hace tiempo ligar su destino a esas estrofas que en los 70 y 80 sonaron en medio mundo y que, vista su breve producción en solitario (no publica material en estudio desde Open the door, 2000), parece que él mismo renuncia a superar. La noche de este sábado, en el Festival de Peralada, sonaron más a Supertramp que la mismísima versión oficial de Supertramp.

Versión, aquella, en horas bajas, debido a la enfermedad, el cáncer de médula ósea que ha apartado súbitamente a Rick Davies de la carretera, forzando la suspensión de su gira de otoño, que debía pasar por el Palau Sant Jordi. Mientras la marca Supertramp se mantiene muy poco activa (solo dos giras en lo que llevamos de siglo XXI), Roger Hodgson, que dejó el grupo (voluntariamente) en 1983, aprovecha el tiempo reivindicando su papel troncal en el repertorio del grupo, salvando distancias, un poco como Roger Waters respecto a Pink Floyd. Hodgson no opera, como este, en la liga de los grandes recintos, pero cultiva el contacto cálido con el fan en auditorios selectos que se llenan, como anoche en Peralada.

RUMBO A AMÉRICA / La lluvia de la tarde, que se prolongó entrada la noche, hizo que el recital empezara con 45 minutos de retraso, y a las 22.45 horas una voz anunció la entrada en escena del «cofundador de Supertramp». Camisa con chaleco, melena hippie y actitud cercana y relajada mientras se abría paso la primera pieza, Take the long way home, procedente del álbum más citado de la noche, Breakfast in America (1979).

Hodgson pidió que se iluminara la platea para contemplar a «my beautiful audience» y celebró que la lluvia hubiera remitido. «No tocaré It's raining again hasta el final», bromeó, y anunció «un emotivo concierto», ya que era el último de la gira. Con canciones que le traen «buenos recuerdos» y que suponen un viaje a través de su trayectoria. «Para mucha gente hoy la vida no es fácil. Vivimos tiempos difíciles, así que lo mejor es olvidarnos de los problemas durante un rato», señaló antes de abordar School y una pieza de su producción en solitario, In jeopardy, coronada por un solo de saxo de Aaron MacDonald.

Este músico era su único acompañante en sus visitas de hace unos años, pero ahora hay más presupuesto y Hodgson se mueve arropado por una banda de cuatro integrantes que reproducen sonido, arreglos, armonías clavados a los de Supertramp, sin margen para gestos de personalidad ni innovaciones. Así, cerrando los ojos, Breakfast in America, canción que compuso, apuntó, «soñando con California y sus hermosas chicas», parecía casi salida del doble álbum en directo Paris.

VOZ JUVENIL / Hodgson no es solo el autor de casi todas las piezas fetiche de la banda (entre las excepciones figuran Crime of the century y Goodbye stranger, de las que siempre ha hecho bandera el Supertramp de Davies y que él renuncia a interpretar), sino también su voz más distinguible, melodiosa, aguda, eternamente juvenil, que se dejó oír con nitidez, sin grietas ni erosiones, en un repertorio que avanzó con Hide in your shell, cita al disco Crime of the century (1974). Una pieza sobre «un momento difícil», en la que, dijo, muchos oyentes se identificaron con su fondo doloroso. «La canción habla por ellos», señaló en relacion a un texto que habla de demonios, miedos y «amigos que están dispuestos a golpearte».

Sus piezas de discos en solitario, como Along came Mary, con aires celtas, y Death and the zoo, fueron respetuosamente acogidas, si bien iban quedando oscurecidas por el desfile de hitos de Supertramp: de The logical song a Dreamer, Fool's overture o ese It's raining again, que, al cierre de esta edición, y ateniéndonos al anuncio hecho por el cantante, debía culminar el recital, La esencia de Supertramp sin Supertramp.

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