CALA DE SA TUNA

Un recuerdo de infancia

Las barquitas de pescadores y las casas marineras de fachadas blancas y persianas azules aportan un colorido mágico a ojos de Daniel Bautista

La cala de Sa Tuna, en Begur (Baix Empordà).

La cala de Sa Tuna, en Begur (Baix Empordà).

EROS LÓPEZ MONTURIOL

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El centro histórico de Begur (Baix Empordà) se encuentra en lo alto de unas colinas, y en el punto álgido de las mismas se alza el castillo medieval. Esta situación estratégica, tan cerca y a la vez tan lejos del mar por su elevación, supuso un obstáculo notorio para los piratas que merodeaban por el litoral del Mediterráneo entre los siglos XVI y XVII con dedicación exclusiva al pillaje. No obstante, la osadía de estos saqueadores iba más allá de las complicaciones que pudieran encontrarse, de modo que frecuentemente protagonizaron razias en la población. La respuesta de los begurenses fue construir torres de defensa -algunas de las cuales se conservan- para contrarrestar las continuas incursiones de los asaltantes y refugiarse durante los ataques. En dichas ofensivas, los ladrones de agua salada robaron joyas, monedas y demás objetos de valor, pero jamás lograron llevarse lo más preciado del lugar: la belleza de sus costas de postal, casi vírgenes, de las que aparecen en los catálogos de las agencias de viajes junto a los cócteles más exóticos. Cualquiera de las ocho playas y calas del pueblo, tan diferentes entre ellas, podría competir por ser la más bonita, pero Daniel Bautista tiene claro cuál es su favorita, Sa Tuna.

Hace unos 10 o 12 años, sus padres, su hermana y él descubrieron este paraje de aguas cristalinas casi por casualidad. Estaban alojados en un cámping de Palamós, donde pasaban el verano, y un día decidieron coger el coche para visitar las localidades cercanas. No tenían un objetivo claro. Vagaban sin rumbo fijo hasta que llegaron a Begur. Y todo cambió cuando decidieron seguir la carretera que serpentea caprichosamente hasta la caleta, con curvas muy cerradas, de hasta 180 grados, propias de un tramo de rally. Los cuatro quedaron seducidos por el encanto que desprende Sa Tuna, con sus barquitas de pescadores atracadas en la orilla y sus casas marineras de fachadas blancas y persianas azules, que aportan un colorido mágico a ojos de Daniel. Aquí, en esta diminuta cala alejada del bullicio característico de la Costa Brava, pasaron un día genial y comieron un delicioso arroz en uno de los restaurantes a pie de playa.

En particular, a este estudiante de Arquitectura de El Prat de Llobregat le fascinó el sonido apaciguador de las olas en este rincón. Tanto es así que ha hecho cuanto ha podido por volver a escucharlo. No ha regresado a Sa Tuna con su familia, pero sí lo ha logrado ya un par de veces con el Agrupament Escolta i Guia Anton Vilà, puesto que sus compañeros conocen sobradamente su obsesión por el lugar y él mueve cielo y tierra para incluir la cala en los recorridos cuando se organizan los campamentos de verano.

Eso sí, Daniel admite que, a pesar de que Sa Tuna le traiga tan buenos recuerdos, quizá no sea el sitio ideal para aquellos turistas que ansíen tostar sus cuerpos al sol sobre una alfombra de arena. Es muy habitual ver a los bañistas dando saltitos hasta la orilla, y no se debe a la elevada temperatura del suelo, sino al contacto con los guijarros que cubren la playa. Las muecas con las que intentan disimular, sin éxito, el dolor que les produce esta reflexoterapia gratuita se suceden, y al tumbarse en la toalla, sobre las piedras, se experimenta una sensación parecida en la que todos los 'chakras' parecen despertar de golpe. En medio de este 'show', resulta sencillo identificar a los autóctonos porque, prevenidos, llevan escarpines para los pies, así como sillas plegables o respaldos.

ACCESO

Por la AP-7,  salida 9 en dirección Palamós desde Barcelona y salida 6 en dirección Begur-Palafrugell desde Francia. Una vez en el pueblo, seguir las indicaciones para bajar a Sa Tuna.

APARCAMIENTO

Cerca  de la cala hay pocas plazas gratuitas, pero hay zonas habilitadas en las que dejar el coche todo el día por 2 euros.

ALOJAMIENTO

Hostal Sa Tuna, enfrente de la cala (de 100 a 175 euros), y  Hostalet dels Indians (de 75 a 115), ambos en habitación doble y con el desayuno incluido.

OTROS LUGARES DE INTERÉS

El castillo, las cuatro torres de defensa, las casas indianas del siglo XIX y, en Esclanyà, el castillo y la iglesia de Sant Esteve.

Información turística: www.begur.cat/turisme/esp

Díganos cuál es su lugar favorito de Catalunya y qué vivió o le sucedió en él.