Superagente Tom Cruise

El actor vuelve a ponerse en la piel del incombustible Ethan Hunt en la quinta entrega de 'Misión: imposible'

NANDO SALVÀ

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La saga de películas Misión: imposible está a punto de cumplir 20 años, el doble de los que llegó a durar la teleserie que la inspiró. Es una longevidad asombrosa que dice mucho de la persistencia de Tom Cruise como uno de los actores de Hollywood que más sudan la camiseta, metafórica pero también literalmente. Después de todo, resulta inconcebible imaginar a cualquier otro intérprete de 53 años colgado del lateral de un avión en fase de despegue. Esa escena, que abre Misión: imposible: Nación secreta, es algo así como la perfecta publicidad de la Cienciología: sea cual sea el método de Tom Cruise, funciona. «Que se cayera del avión era la menor de nuestras preocupaciones», explica el director de la película, Christopher McQuarrie (Princeton, Nueva Jersey, EEUU, 1968). «Incluso si un diminuto grano de arena le hubiera golpeado en la cara, hubiera resultado devastador. Si un ave hubiera chocado contra él a esa velocidad, lo habría matado».

Antes de hacerlo en esta quinta entrega, Christopher McQuarrie ya trabajó con el actor en el thriller Jack Reacher. «Nos gustan las mismas películas», explica el cineasta. «Durante el rodaje, a veces yo estaba preparando un plano y abordaba a Tom para comentarle algo, y de pronto cada uno terminaba las frases del otro».

Trío de secuencias

El método del director en Misión: imposible. Nación Secreta puede resumirse en una máxima: acción, acción y acción, de principio a fin. Y nada mejor para ejemplificarlo que el trío de secuencias consecutivas que ocupan el centro de la película: un robo -durante el que Tom Cruise contiene la respiración bajo el agua durante más de seis minutos- da paso a una persecución de coches que da paso a una de motos a 300 kilómetros por hora. Participar en una serie de tanto éxito, explica McQuarrie, tiene sus ventajas: «Tú imaginas cosas y hay un grupo de gente que te dice: 'Claro, podemos hacerlo'. Solamente estás limitado por tu imaginación».

El argumento del filme, eso sí, podría resumirse en un haiku. El agente del IMF Ethan Hunt (Tom Cruise) descubre la existencia de un grupo terrorista llamado El Sindicato. Sin embargo, sus superiores creen que Hunt persigue fantasmas y, peor aún, que es un traidor. Y mientras la CIA persigue a Hunt, Hunt persigue a El Sindicato. En el proceso, establecerá una relación tan íntima como ambigua con una espía británica llamada Ilsa Faust. «Hunt tiene una fe absoluta en Ilsa aunque nadie más se fía de ella, y el público tiene que decidir de qué lado está realmente».Encarnada por la actriz sueca Rebecca Ferguson, Faust es una incorporación valiosísima a un equipo que, como en entregas anteriores, también componenWilliam Brandt (Jeremy Renner), Luther Stickell (Ving Rhames) y Benji Dunn (Simon Pegg).

Más Bond que Bond

A estas alturas, la saga de Misión: imposible es más similar en tono y personalidad a las películas clásicas de James Bond que las entregas recientes del espía 007, más oscuras y conectadas al mundo real. «Nosotros no hemos querido ignorar lo que pasa en el mundo, pero tampoco queríamos que lo que pasa en el mundo se convirtiera en el centro de atención. La gente va a ver Misión: imposible simplementepara entretenerse», matiza Christopher McQuarrie, que acomoda su estilo personal a los requisitos de la saga del mismo modo que en entregas anteriores lo hicieron directores como Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird.

Charla informal

El director cuenta de qué manera se implicó en el proyecto: «Estaba trabajando con Tom en el thriller Al filo del mañana [Christopher McQuarrie lo escribió, Tom Cruise lo protagonizó] y una noche empezamos a hablar de las películas que íbamos a hacer en el futuro. Él dijo: 'Deberías dirigir Misión: imposible', y yo contesté: 'Eso sería estupendo'. Pensé que era una charla informal, pero poco tiempo después me dijo: 'Vas a dirigir Misión: imposible».

Hubo un tiempo en el que Tom Cruise ponía regularmente a prueba su valía actoral en títulos como Nacido el 4 de julioEyes wide shut o Magnolia. Hoy día, los desafíos que se pone son esencialmente físicos, como si haciendo el cabra pudiera detener los por otra parte inevitables avances de la edad. Puede que esa obsesión por retar al tiempo resulte algo patética, pero según Christopher McQuarrie juega a favor de la saga. «Tom simplemente hace todo eso porque le encanta, y gracias a ello aporta un nivel de realismo a las secuencias de acción que de otro modo no lograríamos», comenta el director de la película.

Sea como sea, el actor no prevé dejar que sean otros los que se jueguen el tipo. Sin él, las misiones imposibles no lo serían tanto.

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