RECOMENDACIONES DE BARCELONESES A TURISTAS

Otra guía turística de Barcelona

Hay vida más allá de Gaudí y la playa. He aquí un listado de joyas ocultas de la ciudad propuestas por barceloneses

Otra guía turística de Barcelona

Otra guía turística de Barcelona / periodico

iNMA SANTOS HERRERA

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Existe la Barcelona icónica que todo el mundo conoce y otra que se dibuja más allá de Ciutat Vella, el Eixample, el Camp Nou  y las rutas del modernismo y Gaudí con el parque Güell y la Sagrada Família a la cabeza. La Barcelona vivencial, la que forma parte del día a día de sus ciudadanos, esa que muchos barceloneses, escarmentados por las hordas de turistas que la conquistan anualmente, no se atreven ni siquiera a mostrar. "¿Para qué, para que luego lo incluyan las guías o los listados de internet, empiecen a ir en masa a ese lugar y destrocen su encanto y encarezcan las terrazas?", respondía Manuel Serrano, artista de 39 años y barcelonés, a la iniciativa abierta por EL PERIÓDICO en la que se animaba a los lectores a recomendara un turista lugares especiales o desconocidos de la ciudad. No todo el mundo piensa lo mismo que Manuel, así que con la ayuda de diversas aportaciones hemos elaborado esta pequeña guía turística alternativa que deja fuera muchísimos otros de los secretos de la ciudad.

MÁS QUE AGUA MÁGICA

Las cifras de visitantes de Barcelona se cuentan en millones porque atrae y seduce a gente de todo tipo y de todo el mundo. Tanto que las encuestas dicen que el 41,9% de quienes la visitan regresan por lo menos una vez (12%), tres o cuatro (10%) y hasta cinco (el 7%). Cuenta la leyenda que quien bebe agua de la fuente de Canaletas vuelve a esta ciudad, pero la realidad se mide en datos y, según la memoria oficial del 2013 publicada el pasado marzo por Turisme de Barcelona, se trata de algo más que de agua mágica. Los turistas que visitan la ciudad le dan un notable alto (8,42): por su oferta arquitectónica (9,1 puntos sobre 10) y cultural (8,82), por sus playas (8,75) y también por el carácter de sus habitantes (8,71).

Puestos a recomendar, alguno de los vecinos que han participado en nuestro pequeño ha logrado, a pesar de todo, hacer de la Barcelona más turística su rincón particular: "Hay un trayecto mágico que hago con asiduidad: El Call judío", confiesa Ramón García, cartero de 46 años. Pero también es cierto que, una vez cumplido con el ritual de ver los lugares y monumentos más emblemáticos, los lectores recomiendan alejarse de Ciutat Vella, de las playas y del Eixample y explorar otros distritos; pasear y descubrir paisajes y paisanaje.

DESCENTRALIZACIÓN

"Recomiendo la batería antiaérea del Carmelo , ya que ofrece unas vistas increíbles de Barcelona", dice María Herrera, auxiliar de enfermería de 53 años. Y la suya, aunque hace algunos años que ha entrado en las rutas turísticas, es una propuesta que encaja en esa voluntad de descentralización que puso en marcha el anterior consistorio ya a finales del 2014, promocionando el patrimonio de los diez distritos. Iniciativa que  algunos de los barceloneses que han enviado sus propuestas parecen tener muy en cuenta.

Por eso, si se trata de disfrutar de buenas vistas y de huir del bullicio, muchos barceloneses recomiendan refugiarse en alguno de los miradores naturales que ofrece Collserola. Una buena opción está en ponerse ropa y calzado cómodos y aventurarse por la carretera de las Aigües (Sarrià-Sant Gervasi) hasta el Pla dels Maduixers, y desde allí, caminar 300 metros hasta el primer desvío, por un pista de tierra que sube a la derecha y dejarse sorprender: a sus pies, Barcelona conquista el terreno hasta alcanzar el mar, donde se dibuja su skyline. También en Collserola, el castillo de la Torre del Baró (Nou Barris), es un excelente balcón, pero con vistas a los barrios menos conocidos de Barcelona.

Uno de los distritos de la ciudad más desconocidos por los turistas, Nou Barris, tiene mucho que ofrecer: la Sèquia Comtal a su paso por Vallbona, el parque central de Nou Barris y la estatua dedicada a la República de la plaza de Llucmajor son algunos ejemplos. Si de un rincón especial se trata, destaca el pasaje de la Esperança, con sus 16 sencillas casas influidas por el estilo noucentista y el art déco construidas en 1927 a iniciativa de la Societat Cooperativa de Carregadors i Descarregadors de Cotó.

DISCÍPULO DE GAUDÍ

Y de un gran desconocido a otro. En Sant Andreu, la cúpula de la iglesia de Sant Andreu del Palomar (plaza de Orfila, 5) dibuja el perfil del barrio. Esta joya monumental fue construida en 1870 por el arquitecto municipal Pere Falqués. Sí, el autor de los bancos-farola del paseo de Gràcia con su trencadís que erróneamente muchos atribuyen a Gaudí, de quien Falqués fue discípulo. Este es un buen punto de partida para recorrer el casco antiguo del barrio, una población que se anexionó a Barcelona en 1897 y que mantiene buenos ejemplos de su pasado industrial, como el enorme complejo fabril de la Fabra i Coats.

Un pasado industrial que también ha marcado el patrimonio de Sant Martí: Ca l’Aranyó, Can Felipa, Can Saladrigas, la Farinera del Clot… Así como algunos rincones donde el tiempo parece haberse detenido, como el pasaje de Can Robacols (calle de Rossend Nobas), un ejemplo de la arquitectura popular más sencilla, o como las recuperadas casas de la calle del Clot. Entre todos sus barrios, Poblenou es el que está más de moda como destino de ocio y gastronomía. Al margen de terracear, es imprescindible una visita al Cementiri Vell. Data de 1819 y es un recinto de paz y de grandes tesoros artísticos, como, la tumba de Anselm Clavé (proyecto del modernista Domènech i Montaner) y El bes de la mort, de Manuel Fuxà.

Otros distritos como Horta-Guinardó permiten, a través de algunas masías conservadas –Can Baró, Can Mora, Can Carabassa, Can Fargas– explorar el pasado agrícola de la ciudad. Y llegar hasta las casas con lavaderos de la calle de Aiguafreda es adentrarse en la época en la que Horta era la lavandería de Barcelona.

Aunque, para pasear, nada como las zonas verdes de Barcelona. Solo hay que animarse a descubrirlas. ¿Recuerdan la Font del Gat, la de la canción? Forma parte de los Jardines Laribal, en Montjuïc, inspirados en el Generalife de Granada. Los jardines de Ca n’Altimira (Mandri, 71, en Sarrià-Sant Gervasi) son una opción romántica y llegar hasta los Jardinets de Gràcia (paseo de Gràcia, 116) es una excusa perfecta para adentrarse por Gràcia y callejear y terracear, por ejemplo, en su plaza más revolucionaria, la de Rius i Taulet. Si la sed apremia, un buen barcelonés recomendará beber en la fuente de la Travessera de Gràcia, construida en 1845.

MÁS ALLÁ DE GAUDÍ

Si pese a las recomendaciones, aún hay quien prefiera quedarse en el Eixample, puede buscar modernismo más allá de Gaudí. Muestras de este estilo los hay en otros distritos, como la estación de La Magòria ( Sants-Montjuïc). Para huir de masificaciones, como el nuevo paseo de Sant Joan, con sus 17 metros de acera, es un oasis de tranquilidad. Allí, a pesar de su renovada imagen, se pueden encontrar tesoros como la estatua de la Libertad que preside la entrada de la Biblioteca Arús, una de las tres únicas reproducciones que se hicieron a finales del siglo XIX.

Pero si aun así hay alguien sigue empeñado en Gaudí, que vaya a la calle de la Cendra, 8. En esa Ciutat Vella poco turística y culturalmente heterogénea, poco vistosa incluso, ninguna placa lo indica, pero donde ahora se alza un edificio de viviendas estuvo el taller de Eudald Puntí, donde el joven Gaudí aprendió los oficios de vidriero, forjador ceramista y carpintero. Y para sus fans incondicionales, es recomendable perderse por el distrito de Les Corts: en el paseo de Manuel Girona podrán encontrarse cara a cara con un Gaudí de bronce y a tamaño natural. Ese selfi vale un potosí para un turista.