tú y yo somos tres

Romeva, Revilla, y el Ebro

Ferran Monegal

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Ya le llaman, ya le requieren, ya le buscan. Ya es figura codiciada en el telehipódromo estatal. Estamos hablando del intrépido Raül Romeva, que desde que se ha sabido que encabeza la Llista preferida de TV-3, en todas las televisiones de las Españas se lo disputan. El martes, al mediodía, estuvo en Al rojo vivo (La Sexta). La alegre, traviesa y punzante Cristina Pardo -Antonio García Ferreras está de vacaciones- le hizo una cumplida entrevista en dúplex desde Barcelona. En un momento dado, le pasó las últimas declaraciones del pintoresco Miguel Ángel Revilla. ¡Ah! Revilla tiene siempre un curioso ramalazo entre agropecuario y tremendista. Desde que ha conseguido volver a ser presidente de Cantabria, más todavía. Su último éxito mediático se ha producido hace tres días, cuando estaba rodeado de cámaras de televisión, y de micros, y se arrancó con esta petenera fluvial, en clave de amenaza: «Mando un aviso a Mas, porque el pantano del Ebro está aquí, en tierra cántabra». ¡Ah! No sabemos qué pretende con este apercebimiento o intimidación. Quizá nos quiere acollonar y nos avisa de que él es capaz de desviar el curso de este río y hacerlo desembocar, pongamos, en Peñíscola. Romeva lo escuchó como quien escucha el monólogo de un cómico surrealista. Y después del vídeo, le dijo a Cristina«Si Revilla es demócrata, lo primero que tiene que hacer es preguntar, luego escuchar, y finalmente aceptar la voluntad mayoritaria».  Tiene razón Romeva: esto que recita Revilla parece escrito por los guionistas de  Aquí no hay quién viva.

De todas formas, cabe advertir al presidente cántabro que su tremenda amenaza, en el sector negocis de un partido molt nostrat, habrá sido recibida con gran alegría. ¡Ahh! Alguien debería explicarle a Revilla aquel fabuloso negocio, llamado Operación Ródano, que algunos pretendían. Una obra faraónica que está en stand by, pero que algunos podrían resucitar enseguida: un mega-acueducto de 550 kms., desde el Languedoc-Rosellón  hasta la localidad de Campredó, 4.000 millones de coste, y luego pagar a los franceses cada litro trasvasado. Un negocio que no acabaría nunca. ¡Ahh! Eso sí que daría para comisiones por los siglos de los siglos.

Al margen del tema fluvial, Raül Romeva estuvo didáctico y clarísimo en Al rojo vivo. Solo tuvo un momento discutible. «CiU es una marca que ha desaparecido» le dijo a Cristina. Se quedó corto. La letra C, en solitario, también se difumina.