EL 'BEST-SELLER' DEL VERANO

Paula Hawkins: "Se educa a las mujeres para ser vulnerables"

Entrevista a la autora de 'La chica del tren'

La escritora británica Paula Hawkins, durante su visita en Barcelona.

La escritora británica Paula Hawkins, durante su visita en Barcelona.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Rachel es una mujer, más bien patética, incapaz de administrar razonablemente su consumo de alcohol, sus recuerdos y sus relaciones personales. Su historia, y la intriga en torno a un asesinato del que cree tener la explicación gracias a su patológica actividad de mirona desde la ventana un tren, envidiosa de quienes, en sus casas apareadas, parece que no han destrozado su vida como ella sí ha hecho, ha atrapado a cinco millones de lectores de todo el mundo en siete meses. Paula Hawkins (Harare, 1972), la autora de La chica del tren (Planeta / La Campana), dice que ya se va acostumbrado a la fama (aunque la tensión de sus manos diga lo contrario). Pero está deseando acabar la gira de promoción para encerrarse todo el verano en su casa de Londres y escribir la segunda novela que llevará su firma.

-Si no fuese porque sé que vivió hasta los 17 en Zimbabwe, le preguntaría por si está sufriendo mucho con esta ola de calor en España…

-¡En Zimbawe no hace tanto calor como hizo aquí anoche!

-Se dedicó al periodismo económico y después a la novela romántica, firmando como Amy Silver libros como Confessions of a Reluctant Recessionista. ¿Fue también una escritora de romance reluctante?

-Fue una situación un poco inusual. Vino una editorial con una idea de una novela romántica y me dijeron que necesitaban que estuviese escrita en dos meses. La idea no era mía, pero escribí varias más. Cada vez más oscuras y menos románticas.

-¿No se saboteaba usted misma como escritora romántica poniendo parados y muertos en Afganistán en plenas Navidades?

-Sí, al final me di cuenta de que este no era mi género. Prefiero escribir thrillers.-La primera novela que ha firmado, La chica del tren, ¿acabó por eso siendo una novela antiromántica?-Todas las relaciones en el libro son problemáticas, y podríamos decir que son antirrománticas. Pero no escribí la novela como reacción a lo que había escrito hasta entonces. Era una historia que quería explicar. Una idea que me vino a la mente mientras iba en transporte público de casa al trabajo.

-¿Qué explicación tiene para el tremendo éxito de La chica del tren?-Es un misterio por qué funciona un libro y no otro. A veces es cuestión de magia. Pero hay distintos elementos con los que la gente se identifica. Querer saber cómo es la vida de los otros es algo universal. Los lectores encuentran que el ritmo del libro es muy bueno, que no lo pueden dejar. Un comentario de Stephen King, solo un tweet, evidentemente me ayudó en el lanzamiento en EEUU. Y los editores han hecho un muy buen trabajo.

-Hay tres voces en el libro, que llegan desde tiempos diferentes. Pero no he oído aún ningún lector que lo haya encontrado confuso.

-Me gusta que lo diga. Era difícil conseguir que esto funcionase, y que un lector supiera en qué punto se encontraba. Tuve que trabajar mucho para que todo encajase.

-Le interesa hablar de la violencia sobre la mujer. 

-Si miramos las estadísticas en el Reino Unido, hay más hombres que son víctimas de un crimen que mujeres. Pero a las mujeres se las educa para que se consideren vulnerables. Para que eviten la violencia se les dice que no lleven minifalda, que eviten ir solas por la calle de noche. Y a los hombres no se les dice esto. Parece que se les esté diciendo que es responsabilidad de las mujeres evitar convertirse en víctimas.

-Si tenemos una ventana y tenemos un tren, es inevitable acabar mencionando a Alfred Hitchcock y a Patricia Highsmith. ¿Qué otras influencias ha tenido? ¿Ruth Rendell, por ejemplo?

-Evidentemente La ventana indiscreta y Extraños en un tren han sido una influencia. Como le pasa a mucha gente, empecé con Agatha Christie. Me gustó también mucho El secreto de Donna Tartt, es un tipo de escritura que admiro mucho.

-Sí parece que usted muestre que pueden ser víctimas si caen en una relación en que sean subalternas.

-Mire las mujeres del libro. Ninguna de ellas trabaja. Una ha perdido el trabajo, la otra lo ha dejado porque tiene un bebé... Son muy dependientes. Cuando eres dependiente, no tienes tus propios recursos y tu propio trabajo, no tienes posibilidad de escapar. Sí, yo estoy hablando de que es importante tener claras unas reglas en una relación, y saber qué no es razonable. Megan, por ejemplo, deja que su marido lea sus correos, y lo encuentra normal.

-Parece que la gran dependencia que hay en el libro sea la de Rachel con el alcohol. Pero acaba resultando que más peligrosa es otra.

-Sí, sin el alcohol no sería tan fácilmente manipulable, pero no sabes si es primero la gallina o el huevo.

-Aquí hablamos sobre todo de abuso psicológico, más que físico.

-De abuso emocional más que maltrato físico. Aquí es donde empieza el maltrato doméstico, con un temperamento controlador.

-Muchos lectores han acabado más pendientes de la evolución de Rachel, que empieza siendo desagradable hasta que acabas empatizando con ella, que de saber quién ha matado a quién, aunque eso les mantenga en vilo. ¿Hay más lectores a quienes les repugna, o a quienes les cae simpática?

-Sí, creo que ese viaje de Rachel es una de las cosas que más han disfrutado los lectores. Es imprevisible, no sabes qué hará, te absorbe su experiencia. Creo que la mayoría de la gente empieza rechazándola hasta que poco a poco se da cuenta de que ha tenido dificultades e incidentes que la han llevado hasta este punto. Cuando lo entiendes, te sientes más benevolente hacia ella.

-A medida que la situación de Rachel se va degradando, ¿no existe el peligro de que el lector diga, 'una vomitona más y dejo el libro'?

-Ja, ja. Eso siente mucha gente. Es muy frustrante ver cómo mejora y empeora, mejora y empeora. Eso es lo que sucede con las adicciones, y yo quería que fuese una cosa realista.

-¿Lo que vio desde la ventana del tren le dio ideas para más libros?

-Estoy trabajando en otro libro. No se desarrollará en Londres, sino en el norte de Inglaterra. Trata de la relación entre dos hermanos, y de la relación de las mujeres con su propia imagen. Hay muchas similitudes, pero creo que el tono es muy distinto.

-Entre las similitudes, relaciones personales por un lado, un crimen por otro.

-¡Oh, sí! Morirá gente.

-Y por lo que he leído, de nuevo aparece el autoengaño.

-Son más bien recuerdos de la infancia. Y los recuerdos que tienen dos hermanos de un hecho de la infancia suelen ser distintos. Tú vas creando unas historias sobre ti mismo y tu familia que quizá no son exactamente verdad. Eso es lo que configura la personalidad. Yo quiero explorar qué sucede cuando lo que recuerdas que pasó no es exactamente lo que pasó. Al menos, cómo afecta esto a tu identidad.

-Es algo que ya sucede, entonces, en La chica del tren. Es más una investigación sobre los recuerdos que sobre los hechos.

-Sí. Estoy interesada en la forma cómo funciona la memoria. El papel que tienen los recuerdos en cómo somos y cómo nos comportamos.

-¿Y de qué subgénero deberíamos estar hablando? ¿Thriller psicológico, nos inventamos una etiqueta como thriller emocional...?-Creo le llamarán thriller psicológico. Aunque efectivamente ya han creado un término para estas novelas negras que escriben mujeres: domestic noir. Ya sabe, crímenes que se producen en un entorno doméstico, del día a día, con relaciones y familias involucradas... Es un término que se está utilizando para los libros de autoras como Gyllian Flynn o Sophie Hannah.

-Es increíble la capacidad que tiene el mundo editorial anglosajón para etiquetarlo todo.

-Exactamente. Es ridículo.

-¿Una de las características, supongo, es que la investigación policial, si existe, está en segundo plano, como sucede aquí?

-Sí. Yo no quería escribir una historia de detectives. Obviamente la policía tiene que estar implicada cuando hay un asesinato, pero eso no me interesaba mucho, ni la investigación policial. Me interesaban las relaciones y la psicología de todas estas personas.

-¿Tiene alguna reticencia más hacia la novela negra clásica?

-Simplemente creo que la historia que quería explicar en este libro era diferente. Hay algunas convenciones del género negro que yo intento evitar. Siempre empieza con una mujer hermosa, a la que no conocemos y cuya personalidad no importa, que aparece muerta. Yo quiero conocer esa víctima y su entorno, cómo se ha llegado a este punto.

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