El último reconocimiento a un genio del arte

Los silencios de Plensa

LA APERTURA 3'Lou', el retrato inédito de basalto dos metros de altura que abre la exposición de Céret. b

LA APERTURA 3'Lou', el retrato inédito de basalto dos metros de altura que abre la exposición de Céret. b

Natàlia Farré

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El Muso de Arte Moderno de Céret parece haberse especializado en exposiciones veraniegas de artistas del otro lado de la frontera. Y el más internacional de los escultores españoles, Jaume Plensa (Barcelona, 1955), parece abocado a pasear su talento por todos lados menos en su propia  casa. Así, mientras la pinacoteca francesa dedica la muestra de la temporada, El silencio del pensamientodespués de consagrar los últimos veranos a Tàpies y Barceló; el autor de la Crown Fountain llega a Céret -tras inaugurar en Venecia, Nashville y Ámsterdam- con sus proyectos barceloneses (exposición y escultura icónica) más en el aire que nunca. Y sin ganas de hablar de ellos: «No comment».

Algo que no sorprende. Pues Plensa siempre ha sido más apreciado fuera que dentro. Valen como ejemplo sus proyectos de futuro inmediato en Francia, EEUU, Suecia y Corea del Sur. Y la ausencia de proyectos españoles: las últimas exposiciones en Barcelona y Madrid se remontan a 1996 y 2000, respectivamente. Y el futuro no parece mucho más halagüeño. La muestra que por ley acompaña al Premio Velázquez, que recibió en el 2013, no está prevista como retrospectiva, sino como una única instalación en el Palacio de Cristal, en el 2017. El mismo año que el Macba pretendía instalar en la Capella alguna de sus obras, algo que tras la dimisión de Bartomeu Marí está en suspenso: «Primero que me inviten y luego ya pensaré qué expongo».

Visto lo cual, Céret se antoja un destino cercano para disfrutar de las poéticas y silenciosas esculturas de Plensa. Tres instalaciones y cinco monumentales caras que se reparten por las salas del centro francés, hasta el 15 de noviembre, y que remiten a esos conceptos que tanto motivan al artista: «El retrato, el cuerpo y la palabra», explica. Un universo con el que Plensa ha salpicado espacios públicos de medio mundo y que ahora reproduce a «escala humana» en la ciudad francesa. «Es un recorrido por diferentes familias de mis obras. Una muestra pequeña pero intensa que permite momentos de intimidad y momentos para dejar aflorar las emociones», afirma.

Lou, un retrato en basalto de dos metros de altura abre la exposición. Lou,La cara, como todas las que hace Plensa, tiene los ojos cerrados -«para remitir al mundo interior»- y es de niña -«la memoria y el futuro son femeninos. El hombre es solo un accidente»-. Pero esta pieza, a diferencia de otras, está solo pulida por su parte frontal: «Crea una tensión que me gusta, como me gusta la idea de encontrar la belleza que hay dentro» de la piedra. La pieza es inédita y tuvo como modelo a la hija del director del Museo Picasso de Antibes, no en vano a Plensa le gusta inspirarse en conocidos para sus creaciones: «El retrato siempre es más bonito si hay una relación emocional», sostiene.

La eternidad

Amigos son también los personajes de Silhouettesen la que arte y espectadores se confunden. En la instalación, las esculturas cuelgan del techo suspendidas por frases como Y tú, ¿de qué lado de mi cuerpo estabas alma que no me socorrías?, un verso de José Ángel Valente que «define muy bien mi obra» apunta el escultor, siempre en ese punto de «dualidad entre cuerpo y alma».

Más poetas, así les llama su creador, reúne Air, Water, Void,en la que tres figuras, realizadas con resina y que cambian de color según la luz, se miran sentadas en círculo. Tienen la boca tapada y mantienen una silenciosa conversación: «Hablan con los colores, no con las palabras. A veces las palabras acaban siendo más un obstáculo que un vínculo».

La palabra (o su ausencia) y el ser humano también protagonizan la tercera de las instalaciones, Talking Continents,  en la que letras de ocho alfabetos soldadas entre sí dibujan un conjunto de astros y hombres.Talking Continents «Un pequeño homenaje a Miró cuando trabajaba sus interiores holandeses», afirma Plensa. Y a Brancusi homenajea en sus retratos de bronce. Piezas materialmente mucho más contundentes que el resto, y que invitan más al silencio que a la conversación, y en las que Plensa busca, sobre todo, la belleza, algo que cree es una obligación para todo artista. Un artista, en este caso, que trabaja «para la eternidad», concluye.