La trangresión de Jeff Koons

El Guggenheim de Bilbao recorre a través de 95 obras toda la trayectoria del cotizado y mediático artista

Jeff Koons, ayer, frente a 'Antigüedad 3' (2009-2011). En la silueta, 'Perro globo' (1994-2000).

Jeff Koons, ayer, frente a 'Antigüedad 3' (2009-2011). En la silueta, 'Perro globo' (1994-2000).

NATÀLIA FARRÉ / BILBAO

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Radiante amaneció este lunes Puppy, el West Highland White Terrier de flores que, desde 1997, da la bienvenida a los visitantes del Guggenheim de Bilbao y que a estas alturas además de símbolo del centro vizcaíno es ya un icono de la ciudad. Radiante no solo porque había recibido su acicalamiento primaveral -la pieza se riega cada día y dispone de jardinero particular- sino porque su creador, Jeff Koons (EEUU, 1955), se deshizo en elogios hacia ella. Pues fue el día de presentación de la gran muestra que el museo desplegará durante todo el verano y que no es otra que Jeff Koons: retrospectiva. Una exposición que recoge 95 obras del artista más mediático del siglo XXI y que son un recorrido cronológico por sus 40 años de carrera.

Y tan radiante como Puppy llegó el artista que acudió a la muestra con ese halo de estrella pop pero asequible que siempre lo rodea. No en vano lo suyo es el arte espectáculo y lo suyo es ser el artista vivo con una obra más cara vendida en subasta: por su Balloon Dog (Orange) se pagaron 43 millones de euros en el 2013. Algo a lo que Koons no da importancia: «El aspecto económico es algo alejado y abstracto para mí. Mi alegría y placer siempre han sido participar en el diálogo del arte. Y mi recompensa es sentirme conectado con Velázquez, Monet, Manet...» y toda otra serie de artistas de la historia del arte que Koons no tuvo ningún reparo en enumerar ayer. Así como Dalí, por el que admitió sentir auténtica devoción. Al genio de Figueres lo descubrió durante la infancia, suyo fue el primer libro de arte que Koons tuvo. Y lo conoció en la adolescencia, en un encuentro en Nueva York: «Iba vestido impecable, con su abrigo de piel de búfalo, su corbata con incrustaciones de diamantes y su bigote. Me invitó a una exposición y salí pensando que yo podía hacer lo mismo».

Así que en 1976 se instaló en Nueva York y empezó con su primera serie Hinchables, unos readymades al estilo de Duchamp realizados con los objetos de vinilo comprados en los bazares de Manhattan. Luego llegaron los bodegones tridimensionales hechos con los electrodomésticos y objetos cotidianos que empezaban a entrar en los museos como piezas de diseño, y los balones de baloncesto suspendidos en agua y perfectamente alineados. Estas últimas piezas llevan a Lucía Aguirre, comisaria de la muestra junto a Scott Rothkopf, a destacar la «constante investigación» que lleva a cabo Koons a la hora de elaborar sus piezas: «siempre los mismos conceptos pero con formas y materiales diferentes».

Paso de Semana Santa

La retrospectiva reúne todas las series de Koons, por eso Aguirre afirma que es la más completa, ya que en su paso por el Whitney de Nueva York y el Pompidou de París a la muestra le faltaba la presencia de Puppy, «una serie que supuso la reconciliación con la crítica y el público después de Made in Heaven». Este último, uno de sus trabajos más controvertidos pero también uno de los que más fama le dieron por su explícito contenido sexual. En la serie aparecían Koons y Cicciolina como protagonistas de una película pornográfica que nunca se llegó a realizar, lo que sí tuvo lugar fue la boda y posterior separación (con escándalo de por medio incluido) entre ambos.

De esta serie se expone una de las obras más grandes de la muestra, Sucio-Jeff encima, una pieza de plástico que se asemeja a un paso de Semana Santa y que por sus dimensiones no se vio ni en París ni en Nueva York. Y es que una de las cosas que más alabó ayer Koons es el espacio concebido por Frank Gehry que permite mostrar sus obras con toda su grandiosidad y con una «gran elegancia».