UN MONTAJE DE LA COMPAÑÍA LA TETA CALVA

Partido de perdedores en la Beckett

Xavo Giménez juega en 'Penev' con las pasiones truncadas y el fracaso

Toni Agustí y Xavo Giménez, en 'Penev'.

Toni Agustí y Xavo Giménez, en 'Penev'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Salvando las distancias, el delantero búlgaro Lubo Penev fue en los años 90 para los valencianistas una especie de Messi. Un Mesías en el que depositaron las esperanzas de la victoria tras años en barbecho. Así lo vivió de crío Xavo Giménez, el autor de Penev,Penev obra que entrelaza fútbol y teatro en una historia de frustración, de pasiones truncadas. «Habla de perdedores que se pensaban ganadores y caminan por las calles, tropiezan, caen y siguen caminando hasta buscar una solución», explica. El montaje, interpretado por Giménez y Toni Agustí, ambos también directores, recala en la Sala Beckett hasta el 14 de junio, en el estreno barcelonés de la compañía valenciana La Teta Calva.

Cuenta Giménez que el ídolo de su niñez le sirve como símbolo de los sueños y objetivos incumplidos. «Juegas el partido de la vida y todo cambia: recibes guantazos, zancadillas...». Antonio, el protagonista de esta comedia negra, se creía vencedor y fue expulsado. «Acabó en la cola del paro firmando autógrafos». Era un famoso periodista deportivo de Canal 9 y le despidieron (como a Giménez, que era guionista), se separó y ha sufrido la pérdida de su madre al caer por unos adoquines rotos. Un accidente que el autor utiliza para contraponer «los barrios olvidados de Valencia frente a la postal perfecta de la urbe que acoge la fórmula uno». El retrato, dice, es extrapolable a otras ciudades. «Vivimos en una tierra de paella llena de piedras en los caminos. Somos una sociedad con una cojera crónica», esgrime.

PASADO EN VENTA / La acción transcurre en una tienda de segunda mano, adonde acude Antonio a vender su pasado. Cromos, discos, libros... «Quiere deshacerse de cosas que no sirven y comprar una vida nueva, volver a ser útil», agrega. Allí conversará, de la vida y del fútbol, con el propietario y planeará un gol antológico, lanzado desde su parte más oscura. «Será su terapia de choque», avanza Giménez, que lleva a la platea a transitar de la risa al llanto, como les sucede a los espectadores de un partido. Dice que conserva la afición futbolera pero ya no acude a Mestalla como antaño. «Ahora hay mucha violencia, mucho insulto y energúmeno. Prefiero verlo por la televisión».