DOS OBRAS REVOLUCIONARIAS

El alba del nuevo flamenco

Triana: de izquierda a derecha: Juan José Palacios 'Tele', Jesús de la Rosa y Eduardo Rodríguez.

Triana: de izquierda a derecha: Juan José Palacios 'Tele', Jesús de la Rosa y Eduardo Rodríguez.

LUIS TROQUEL
BARCELONA

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Canciones buenas, en mayor o menor medida, se han hecho y se harán siempre. Discos como estos sin embargo, son irrepetibles milagros. Rompedores y excelsos en toda su amplitud. Dos obras capitales cuya vigencia sigue intacta cuatro décadas después de su publicación. Primavera de 1975. Mientras salía a la venta el primer disco de Triana se grababa el debut de Lole y Manuel, que llegaría a las tiendas muy poco después, ya en verano. Uno y otro cambiarían para siempre las relaciones entre el flamenco y el rock.

Generaron universos propios, tan distintos entre sí, que hoy sorprende redescubrir lo emparentados que intrínsecamente estaban. Desde las fechas casi consecutivas en que salieron a la persona que hizo posible su edición: Gonzalo García Pelayo. Figura genial y polifacética que mucho antes de dejar al mundo boquiabierto por haber creado un método matemático con el que desbancó varios casinos, jugó un papel crucial en la música española.

«Me llamó un día mi hermano Javier contándome que estaba en su casa ensayando con Manuel Molina, Lole y los tres miembros que conformarían Triana», recuerda García Pelayo. Sí, Triana y Lole y Manuel estuvieron a punto de ser el mismo grupo, pero la cosa no cuajó.

Ambos discos eran en realidad homónimos, pero han pasado a la historia con nombre propio. Al de Triana se le conoce como 'El patio', por la famosa portada del pintor Máximo Moreno. Y al de Lole y Manuel como 'Nuevo día', por la canción que lo abría, y supuso el despertar al flamenco de innumerable público ajeno. Incluso entre generaciones posteriores. En diferentes reediciones se ha titulado también como 'El origen de la leyenda' y realmente su importancia es equiparable a 'La leyenda del tiempo' de Camarón, publicado en 1979 y con el mismo productor: Ricardo Pachón. «Cuando acabamos de grabarlo» cuenta García Pelayo, «estaba tan impresionado con lo que habíamos hecho que salí a la calle buscando amigos que quisieran venir a casa a escuchar el disco».

Triana había grabado un single pero ninguna gran discográfica les quería. Al final tanto ellos como Lole y Manuel debutaron en el sello de Gonzalo García Pelayo, llamado Gong. Tanto uno como otro dieron el campanazo y su tañido sigue alimentándose de su propio eco, aunque al principio con muy diferente acogida. «El de Triana tardó mucho tiempo en vender; el fenómeno comercial explotó con el tercer disco».

En Canet Rock

 En los dos meses largos que pasaron entre la edición de uno y otro, el de Triana vendió solo 73 copias. «En cambio, el de Lole y Manuel empezó a funcionar enseguida. Primero en Sevilla, y de ahí fue expandiéndose, hasta que ya en pleno verano llegamos a Catalunya, al Canet Rock, donde el público superó su inicial reticencia y acabó teniendo una acogida maravillosa».

Hoy, 40 años después, ambos discos vuelven a ser noticia. 'El patio', porque acaba de reeditarse en vinilo y cedé, laboriosamente remasterizado y con varias de sus canciones añadidas en inéditas versiones en directo. 'Nuevo día' también ha vuelto a dar que hablar, por la triste y reciente noticia del fallecimiento de Manuel Molina. Lole Montoya y su hija Alba Molina, por cierto, actuarán en Barcelona el próximo 9 de julio, en la sala Apolo.

Frente a frente

 Dos discos de un tiempo y un lugar: Sevilla en los estertores del tardofranquismo. Exponentes de una cultura, o mejor dicho, contracultura. Lole y Manuel serían los gitanos 'hippies' y Triana construirían sus largos pasajes instrumentales evocando viajes de LSD. Dos debuts insuperables hasta por ellos mismos con sendas variantes de una misma canción: 'Todo es de color'.

Dos trabajos que eran uno el espejo del otro. Tras la aventura del grupo Smash (donde estuvo Manuel Molina) el flamenco y el rock definitivamente se encontraban, pero cada uno a un lado de la orilla. A pesar de la insólita influencia jonda, Triana siempre fue un grupo de rock progresivo. O rock andaluz, como a partir de entonces se le llamó. Y la auténtica revolución de Lole y Manuel no consistió en ampliar la paleta de color sonoro, sino en transformar el flamenco desde dentro; sin nunca dejar de serlo.