AC/DC impone su ley

El grupo revivió con vigor y espectacularidad sus himnos rockeros en su gira de 40º aniversario en el Estadi Olímpic

Espectacular aspecto del escenario del concierto en un Estadi Olímpic lleno hasta la bandera.

Espectacular aspecto del escenario del concierto en un Estadi Olímpic lleno hasta la bandera.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Tantas cosas cambian estos días mientras AC/DC permanece con la lógica impepinable de la ley de la gravedad, recordando que el rock puede ser, a estas alturas de su historia, una expresión brutalmente conservadora. Los australianos representan la autoridad de las cosas de siempre que funcionan, si bien hay que añadir una nota a pie de página: su fórmula no admite imitaciones, y solo ellos son capaces de estar a su altura sin pervertirla o sonar a parodia. Su proyección de futuro se adivina limitada, pero aún son capaces de festejar un aniversario redondo, el 40º, con vigor y crédito, como vimos anoche en el Estadi Olímpic.

Recinto lleno, unas 50.000 personas que agotaron todo el papel hace cinco meses. Algunas de ellas, bastantes, accedieron al estadio tocadas por una diadema con sendos cuernos que emitían luz roja intermitente. El demoníaco símbolo de la banda, situado también en lo alto del enorme semicírculo que cubría el escenario. Simpatía por el diablo, como los Stones, y al igual que los británicos, esencias de rock'n'roll milenario con forma de gran espectáculo. Empezando por la pirotecnia apocalíptica que abrió el 'show', tres minutos después de las diez, a juego con imágenes de alunizajes (bajo bandera estadounidense) y meteoritos que se precipitaban sobre la Tierra. AC/DC mezcla la retórica menestral de la chupa y la cerveza con cierta preocupación por hacer historia y situar su noción del verdadero rock'n'roll al nivel de las Tablas de la Ley. Y cuando Brian Johnson ordena, gritando, 'Rock or bust' (rockea o revienta, primera canción de la noche), no es cuestión de decirle "verá, ahora no me va bien, ¿puede consultármelo la semana que viene?".

La garganta de Johnson, que ya va por los 68, lució más rasposa de lo normal, que ya es decir, pero soportó la presión de un repertorio que no se puede abordar a medias, que exige un vaciado integral. Canciones, la mayoría, procedentes de su obra clásica, ya sea de los 70, cuando el cantante era Bon Scott, o de los primeros 80. Como la correosa 'Shoot to thrill', del álbum 'Back in black', y la setentera 'Hell ain't a bad place to be', para cantar puño en alto. Las menciones al último disco se limitaron a otras dos piezas, 'Play ball' y 'Baptism of fire', y hubo un rescate de su disco anterior, 'Black ice', la trotona 'Rock'n'roll train'.

CAMPANA INFERNAL

Los conciertos de AC/DC han establecido, sobre todo desde los 80, algunos gags escénicos que resultan tan indispensables como las propias canciones, y uno de ellos es cuando irrumpe una enorme campana que pende durante toda la interpretación de 'Hell's bells'. Titánico tintineo metálico que invoca a nuestro lado transgresor y a nuestra integridad, podemos interpretar. El grupo la tocó con su milenaria textura hard rock, ya prácticamente metálica. Los recientes cambios en la formación no se apreciaron en el sonido de anoche: Chris Slade, el batería, se sabe la lección, y el suplente de Malcolm YoungStevie, el sobrinito de 58 años, calcó los acordes originales de guitarra rítmica con un rigor y dedicación dignos de un licenciado del Esmuc.

GUITARRA ESTELAR

Y luego tenemos el 'factor Angus'Angus Young, el alma del grupo, para qué engañarnos. Tocando la guitarra con la corbata en 'Sin city', jaleando al público, sudoroso y descamisado, en 'Let there be rock', donde se situó en la plataforma que le adentraba en la pìsta y nos deleitó con un largo recital de solos más electrizantes que virtuosos, culminados por una lluvia de confeti. Mostrándose siempre como la incansable máquina de 'riffs' incisivos de siempre. Vertiginoso en sus digitaciones, pero sin convertirse en el 'guitar hero' plasta.

Angus volvió a centrar los focos en 'Highway to hell', himno de himnos que condujo a las salvas de cañones de 'For those about to rock (we salute you)'un recordatorio de que, para AC/DC, esto del rock es una cuestión marcial y no se contempla el no, ni la duda, por respuesta. Así ha sido durante 40 años y así seguirá siendo. Señor, sí, señor.