EL DIRECTOR, EN LA PEDRERA

Bach según Gardiner

El genial compositor ha acompañado siempre al músico inglés, que le dedica 'La música en el castillo del cielo', un laborioso ensayo

Gardiner, un músico marcado por Bach, en la Pedrera.

Gardiner, un músico marcado por Bach, en la Pedrera.

MARTA CERVERA / BARCELONA

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El prolífico músico inglés John Eliot Gardiner (1943), versátil y aclamado director y fundador del Monteverdi Choir, la English Baroque Soloist y la Orchestre Révolutionnaire et Romantique, estuvo marcado por Bach desde que nació. Lo explica muy bien en el documentado ensayo 'La música en el castillo del cielo. Un retrato de Johann Sebastian Bach' que acaba de aparecer en castellano editado por Acantilado.

El retrato del artista -uno de los dos únicos autentificados que existen- colgaba en la casa de sus padres, que lo guardaban como favor a su propietario. La mirada seria de aquella efigie siempre le produjo cierto temor. Después, al descubrir la música del compositor alemán a los 9 años, dejó de cuadrarle aquel aspecto ceremonioso del lienzo con el espíritu alegre de sus motetes, sus conciertos de violín y los conciertos de Brandemburgo. Desde entonces su interés por el maestro del contrapunto le ha llevado a bucear en sus obras y a dedicarle gran parte de su vida, especialmente tras interpretar todas sus cantatas en el año 2000, que grabó en directo en 27 volúmenes. En este libro plasma toda esa aventura, conjugándolo con un riguroso acercamiento histórico.

Árduo trabajo

«Escribir sobre música es como querer atrapar arena con la mano, una locura. Cuesta mucho hallar el matiz, la palabra precisa», reconoció este martes Gardiner, que alumbró su obra tras 12 años de dedicación. «No es un libro para eruditos y musicólogos, aunque espero que puedan disfrutarlo», añadió horas antes de presentarlo en el ciclo de conversaciones de la Fundació Catalunya-La Pedrera. «Lo he escrito para descubrir más sobre un tema que me apasiona: la figura de Bach, el hombre y el compositor». 'La música en el castillo del cielo' mezcla datos históricos con su experiencia personal. Hasta incluye un detallado análisis de ese cuadro que tanto le marcó de niño y que dentro de poco y gracias a Gardiner y al filántropo William H. Scheide, su último propietario, retornará a Leipzig, donde se pintó en 1749. El lienzo colgará en las paredes del Museo dedicado a Bach, sede también del archivo del compositor que dirige Gardiner desde hace un año. «Esa pintura muestra para mí la doble faceta de Bach. Por un lado, el músico exigente y el hombre autoritario se refleja en los ojos y la frente pero si miras de la nariz para abajo ves su otra faceta, la de pedagogo, padre de una veintena de hijos y 'bon vivant'», dice quien en el prólogo de su libro afirma:  «Bach, el hombre, era, rotundamente, cualquier cosa menos un muermo».

Desmitificación

«Quería desmitificar la imagen que tenemos de él, destruir esa idea petrificada de alguien con peluca». Ha reconstruido su figura a base de las «escasas pruebas documentales que existen» como «las cartas en las que mostraba sus conflictos con el poder». A falta de documentos personales se ha dejado guiar por el contexto histórico y por su música, centrándose en la que conoce mejor: cantatas, motetes, pasiones y misas. «La fricción entre la palabra y la música nos dice mucho sobre Bach, capaz de crear a veces esa perfecta empatía entre ambos y, otras, justo lo contrario», comenta el director. «Bach, como Martín Lutero, fue un rebelde y un radical».

Su particular «peregrinación», interpretando todas sus cantatas coincidiendo con el 250º aniversario de la muerte del compositor, le sirvió para meterse en su piel. Mientras rememoraba lo que Bach hizo en vida -aunque sin tener que componer algo nuevo cada semana sino solo interpretarlo- Gardiner tomó notas que han sido muy útiles a la hora de plasmar su obsesión en esta obra de 900 páginas. Pero aun así no ha logrado desvelar todos los enigmas: «Sus pensamientos como músico quedan muy claros en sus obras, pero como compositor es innabarcable».