ESTRENO EN EL TNC

Rigola viaja con Sales a las trincheras

El director adapta 'Incerta glòria', la mirada del autor a la guerra civil

Joan Carreras, en un ensayo de la obra.

Joan Carreras, en un ensayo de la obra.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Llevaba muchos años Àlex Rigola -director de la sección de teatro de la Bienal de Venecia desde el 2010- queriendo llevar a escena las batallas que le contaba su abuelo de su experiencia en el frente del Ebro con la Quinta del Biberón. «Me contó la guerra civil por fascículos», recuerda. También se la contó su abuela, que la sufrió esperándole en la «retaguardia de Barcelona».

Cuando Rigola leyó Incerta glòria, la obra maestra de Joan Sales (1912-1983) en la que retrata sus vivencias en las trincheras del frente de Aragón, supo que en aquella «maravillosa» novela había un material dramático «enorme e inacabable». Pese a las tres horas del montaje tuvo que sacrificar personajes y situaciones. «No he podido serle fiel en toda su extensión y belleza», admite. Pero ha intentado captarle el «alma» remarcando las preguntas sobre el sentido de la vida, el amor y la muerte que el autor puso en boca de sus personajes, tres amigos huérfanos que combaten en el frente de Aragón.

Acercar los diálogos

La Incerta glòria de Àlex Rigola y Joan Sales se estrena este miércoles en la Sala Petita del Teatre Nacional de Catalunya (hasta el 14 de junio). Renunció el director a la Sala Gran para acercar a la platea unos «diálogos que, como sucede con Dostoievski, funcionan ya solos como una pieza teatral y requieren espacios recogidos».

En el elenco participan Nao Albet y Marcel Borràs, recién llegados de su Mammón en el Lliure; Andreu Benito, Joan Carreras, Aina Calpe, Pau Roca, Mar Ulldemolins y los bailarines Toni Mira y Laia Duran. El movimiento (como vía de expresión emocional) y la música (que firma el propio Nao Albet) son las concesiones «dionisiacas» que se ha permitido Àlex Rigola sobre una novela que respira la visión individual-existencialista de Kierkegaard y la religiosidad del autor. «Yo soy ateo pero la salida religiosa de los personajes es muy humana. Sales partió de su verdad», comenta el director.

Tres partes

Estructurada en tres partes, Rigola respeta la forma epistolar en dos de ellas y mantiene los distintos puntos de vista sobre los hechos cambiando la voz del narrador. Lluís (Albet), «el personaje menos empático», reconoce el actor; Cruells (Borràs) y Juli Soleràs (Roca) son los tres amigos bajo las bombas. El último, el único que no ejerce de narrador, es el «catalizador de los pensamientos y de la vida de todos», la mente angustiada por los horrores del conflicto que busca respuestas. La tercera voz narrativa es Trini, la novia de Lluís y la voz de la revolución en la retaguardia.

El lenguaje

Sostiene Àlex Rigola que tanto Roberto Bolaño -firmó la monumental y aplaudida adaptación de la obra del chileno 2666- como Joan Sales defendieron en sus novelas «sus ideas con gran contundencia a través de la belleza de las palabras». «El lenguaje de Sales es muy poético, rico y profundo pero a la vez ameno», agrega el exdirector del Lliure que desearía completar el montaje con una instalación.

Maria Bohigas Sales, nieta del autor, asegura que lo mejor que le puede pasar a una novela clásica al adaptarla es que «arriesguen y hagan otra cosa». «Sabía que Rigola haría lo que le diera la gana. Pero los grandes infieles son los más fieles. Este montaje transmite el mismo caudal enorme de emociones que la novela», añade Bohigas. Le removió el alma, asegura la nieta del escritor.