El cine contra la Champions

Colas en la fiesta del cine de octubre del 2014

Colas en la fiesta del cine de octubre del 2014 / ÁLVARO MONGE

BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

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La octava edición de la Fiesta del Cine está a punto de abrir sus puertas. Y en esta ocasión durante cuatro días, desde el lunes 11 de mayo hasta el jueves 14 de mayo, ampliando sus fechas de manera extraordinaria al coincidir el martes y el miércoles con «un evento deportivo de gran magnitud como es la Liga de Campeones», según han explicado Borja de Benito, responsable de comunicación de la Federación de Cines de España (FECE), uno de los organismos que organiza el evento.

Serán cuatro días en los que se podrá disfrutar de todo el cine de estreno que hay en la cartelera por 2,9 euros (antes hay que cursar la acreditación en la web www.fiestadelcine.com, a excepción de los menores de 14 y los mayores de 60, que podrán acceder sin ese paso previo). Por el momento, el viernes se alcanzaba ya la cifra de los 862.636 acreditados, aunque se esperaba rebasar el millón durante el fin de semana, hasta duplicar esta cifra. Una auténtica inyección de energía dentro de un sector tan afectado como es la exhibición cinematográfica.

La iniciativa surgió en 2011 como una forma de devolverle la ilusión al público por asistir a las salas, justo en un momento fatídico en el que el número de espectadores bajaba de manera alarmante debido, entre otros factores, a la piratería y la crisis económica. Esto provocó que la Confederación de productores audiovisuales españoles (FAPAE), la Federación de Distribuidores de Cine (FEDICINE), la ya mencionada FECE y el Instituto de las Ciencias y Artes del Audiovisual (ICAA), unieran sus fuerzas para intentar revitalizar un panorama que se presentaba desolador. «Queríamos devolverle a los espectadores la posibilidad de redescubrir la experiencia del cine en pantalla grande», nos cuenta Ramon Colom, presidente de FAPAE.

Lo cierto es que a lo largo de las siete ediciones en las que se ha desarrollado (a partir de 2014 la convocatoria se amplió de manera bianual), la propuesta no ha parado de crecer en adeptos. Los exhibidores y distribuidores (sobre todo los más pequeños) están contentos. «Nosotros no tenemos los medios de promoción de las majors», dice Enrique González Kuhn, director de Caramel Films, «y este tipo de iniciativas suponen un impulso importante».

Según Eduardo Escudero, de A Contracorriente Films, esta fórmula ha permitido atraer a un público diferente a las salas: «La gente es conservadora en sus decisiones y no se atreve a apostar por algo que no conoce, sobre todo si le va a costar 8 o 9 euros. Sin embargo, por 2,90...»

Uno de los efectos más estimulantes que deja tras de sí la Fiesta del Cine es el aumento del número de espectadores durante las siguientes semanas. Se genera un hábito y se fomenta el boca-oreja de algunas de las películas que se mantienen en cartelera, algo que resulta fundamental no solo para las películas pequeñas sino también para el cine español.

La gran triunfadora de la edición de abril del año pasado fue sin duda Ocho apellidos vascos. Del total de los 1,9 millones de espectadores que pasaron por las salas esos días, más de 800.000 personas eligieron esta comedia, muy por encima, por ejemplo, de Capitán América, con 265.000 espectadores.

Y aunque este año no exista un fenómeno similar, sí es cierto que puede suponer un gran impulso para algunas de las cintas españolas que continúan en cartelera, entre ellas Felices 140, Cómo sobrevivir a una despedida, Sexo fácil, películas tristes, Pos Eso, Tiempo sin aire, A Esmorga y las recién llegadas, el film de terror Sweet Home y la ganadora del Festival de Málaga, A cambio de nada.

La gran pregunta es… ¿realmente el público iría más a las salas si los precios bajaran? No piensa así José Tito, de la distribuidora La Aventura: «La Fiesta del Cine supone una excepción. Ya existe un día del espectador en el que las entradas cuestan 4 euros y no ocurre lo mismo. Pero toda la promoción de estos días motiva a la gente, y sobre todo los hace sentir partícipes de un evento, de una verdadera fiesta». Lo verdaderamente importante, según añade, es que vuelva a haber espectadores en las salas. Es la única manera de que la industria del cine funcione.