GIRA DE DESPEDIDA DE UN CLÁSICO DEL ROCK URBANO
Último Zeleste de Los Suaves
La banda de Orense dice adiós a su público barcelonés tras una trayectoria de 35 años
Una de las fotos interiores del doble álbum Suave es la noche Suave es la noche(1989), grabado en buena parte en Zeleste (hoy Razzmatazz), muestra una pintada en una persiana de la calle Almogàvers que aguantó ahí muchos años. «Per sempre Suaves». Un testimonio de la relación de pasión del público barcelonés con la banda gallega desde aquellos años 80. «Hemos tocado en esa sala, a la que seguimos llamando Zeleste, 40 veces. Ahí hemos vivido auténticas orgías de rock'n'roll, y alguna que otra pelea salvaje», recuerda, complacido, Charly Domínguez, bajista y portavoz oficioso de una banda que se despide de los escenarios tras 35 años de trayectoria.
Los Suaves ofrecerán hoy en esa sala (21.00 horas) el que se anuncia como su último concierto en Barcelona, con las entradas agotadas. Muy cerca de otro lugar de culto, el Pepe Bar, decorado con reliquias de la banda. ¿Por qué lo dejan? «Ya son 35 años y pensamos que un grupo no debe llegar al extremo de arrastrarse. Hay músicos que acaban tocando en una silla, cayéndose del escenario... Eso no nos gusta. Tampoco las giras gastronómicas: hay que tocar por placer, no por codicia», explica el bajista.
Tiempos convulsos
El grupo ha llegado hasta aquí tras atravesar, confiesa, una fuerte crisis hace cerca de una década, cuando las relaciones internas se deterioraron. «Llegamos al punto de tener un ensayo y no querer ir por no vernos. Perdimos público y no podíamos seguir así», revela. La profesionalidad se impuso. «Hay gente que te suelta: 'cómo mola ese tío, iba borracho, solo tocó 45 minutos, qué auténtico'... Pensar eso es de imbéciles». Ahora, Los Suaves, encabezados por su icónico, arrebatado, hermano mayor, Yosi Domínguez, viven en armónica madurez. «En los ensayos hay relax y chistes».
Aunque la banda se convirtió en uno de los símbolos del rock urbano español, limítrofe con el heavy metal, sus raíces son simplemente rockeras sin más apelativos. «Cuando empezamos tocábamos versiones de Sex Pistols, Neil Young, Ramones, Status Quo...», recuerda Charly. En actitud quizá eran un poco punk, aunque por necesidad. «No sabiamos tocar y, como queríamos que la gente no se olvidara de nosotros, poníamos el volumen al máximo. La gente luego nos decía 'después de veros he estado una semana con un pitido en los oídos'». La entrada del guitar hero Alberto Cereijo, en 1990, metalizó, «y profesionalizó», su sonido, aunque, según el bajista, Los Suaves siempre han querido mantener a raya el exhibicionismo. Energía por encima de las escalas dactilares. Y así hasta hoy. «Las guitarras rítmicas, siempre arriba, siguiendo el ejemplo de Chuck Berry. ¡Esto es rock'n'roll!».
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