CRÓNICA

Cumbre sacra de Jordi Savall

El músico dirige con nota la 'Pasión según san Mateo'

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Un hito más para Jordi Savall. El debut del maestro de Igualada en la dirección la Pasión según san Mateo de Bach, ofrecido el pasado domingo en el Palau de la Música, se saldó con un gran éxito. El público, que llenó el recinto modernista, acabó aclamando a los intérpretes de la producción de este monumento de la música sacra, que supone la culminación del trabajo del violagambista con el autor. Las tres horas largas, contando el descanso, de duración de esta dramatización musical de los momentos más duros de la muerte de Cristo conmovieron a un entregado auditorio.

La dificultad de abordar esta pieza reside no solo en su extensión -es la más larga del compositor- sino en la amplia gama de elementos estilísticos que emplea y en el hecho de estar escrita para doble coro  y doble orquesta, con inclusión de solistas y corales. Ensamblar todos estos elementos exige una precisión extrema porque hay que dejar que cada una de las voces participantes encuentre el espacio de expresión dramática adecuada, y a la vez es preciso lograr que la emoción narrativa del camino del Calvario no se pierda.

Savall obtuvo buena nota en su empresa de lograr la homogeneidad  interpretativa de esta obra con trazos operísticos, aunque quizás faltó un punto de emoción en alguna de las intervenciones individuales. Los 68 números de que consta esta pasión encontraron en Le Concert de les Nations y La Capella Reial de Catalunya la base para solidificar una propuesta que contó también con el Cor Infantil Amics de la Unió.

OCHO SOLISTAS / Fue también decisiva la buena elección de los ocho solistas de los dos coros y la de los intérpretes del Evangelista (el tenor Jörg Dürmüller, de ejemplar fraseo y gran expresividad en sus recitativos) y la del barítono que recreó a Jesús (un sólido y sensible Matthias Winckhler). De entre los componentes del reparto destacaron la soprano Marta Mathéu, el contratenor Maarten Engeltjes y el barítono Stephen MacLeod, que dialogó brillantemente con la viola de gamba de Savall en dos conmovedores pasajes de obra.

Pero lo mejor fue el funcionamiento conjunto de todos los participantes de esta cumbre sacra.