Los galardones de la Academia del Cine

Pasando del ministro Wert

Los invitados a la gala de premios prefirieron celebrar la excelente temporada del cine español en vez de criticar al titular de Cultura, que este año sí decidió acudir a la fiesta

Carolina Bang.

Carolina Bang.

FERRAN IMEDIO / MADRID

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Hace un año, José Ignacio Wert, probablemente el ministro de Cultura más odiado de la historia de la democracia, IVA incluido, consultó su agenda y vio que tenía una cita muy importante a la que acudir. No era la gala de los premios Goya, la gran fiesta del cine español; era un encuentro en Londres con su homólogo de Universidades británico. Dio la sensación que no estaba dispuesto a hacer el papelón de su vida, el de encajar un palo tras otro por la subida del impuesto al 21%. Sabía que le tenían ganas. Así que, visto que esta noche se ha presentado en el Hotel Auditórium Madrid, cabía esperar unos cuantos dardos contra el político del Partido Popular. Pero nada, no hubo tensión contenida en la alfombra roja. Hubo calma, tranquilidad, sonrisas y sí, nervios, pero de los buenos, de los que van por dentro de los nominados.

Será que la subida del IVA ya está amortizada, o que el cine español ha vivido el mejor año de su historia, con unos récords de película, con una recaudación conjunta de 130 millones de euros, pero había bastantes ganas de ignorar a Wert, porque en el fondo hace más daño el desprecio. Solo González Macho pidió la bajada del IVA en su discurso.

Así que la excitación, la tensión -positiva- se palpaba en los gestos, en las caras, en las palabras de los invitados y de los fotógrafos y periodistas que los esperaban a su llegada. Cuanto más triunfadores y nominados este año, más expectación. Por ejemplo, con Dani Rovira, que dijo haber soñado la gala soñada. La presentaba él, y eso le tenía más preocupado que la posibilidad de ganar el Goya al actor revelación. Su fulgurante éxito a lomos de ese «cometa Halley» que es Ocho apellidos vascos quedó patente en la alfombra roja. De tantas preguntas que respondió casi no llegó a tiempo al camerino.

Era aún pronto, así que el frenesí de verdad comenzó cuando se acumuló a la entrada del hotel el numeroso grupo de triunfadores del año: Antonio de la Torre, Javier Gutiérrez, Raúl Arévalo (se declaró futuro votante de Podemos porque está harto de PP y PSOE), Karra Elejalde (reveló que cinco de sus ocho apellidos son vascos), Jesús Castro (que empezó tranquilo pero acabó «nervioso» de tanto responder si estaba inquieto por su nominación como actor revelación por El Niño), Macarena Gómez (embarazadísima), Elena Anaya (serena con cuarta nominación, esta vez por Todos están muertos), Clara Lago (protestona por los pocos premios importantes a los que aspiraba Ocho apellidos vascos)...

Y aún más se revolucionó el gallinero cuando asomaron las dos superstars patrias que triunfan en Hollywood, Antonio Banderas y Penélope Cruz. La primera, enferma aunque no se notaba que era «la cuarta gripe» que pasa este invierno, se declaró encantadísima de que Goya Toledo, su mejor amiga, estuviera nominada como mejor actriz de reparto por Marsella. Y el malagueño confesó que ayer cerraba una etapa de su vida «a todos los niveles, personal y profesional». «Voy a seguir actuando, pero quiero escribir, producir y dirigir más», explicó el actor, que acudió a la gala sin su nueva novia, la holandesa Nicole Kimpel.

¿Y Wert? Pues ahí estuvo. Fue de los últimos en entrar, rodeado de altos cargos, casi de tapadillo, antes del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que prometió bajar el IVA cultural al 5% si gobierna. El ministro no se mojó: «Cada uno tiene su papel. Unos, el de reivindicar; otros, el de recaudar. Y yo escucho a ambos». No le hicieron ni caso. Como si no estuviera.