LA 65ª edición de la berlinale

'Diario de una camarera', más allá de Renoir y Buñuel

Benoit Jacquot adapta a Mirbeau y Jayro Bustamante brilla con 'Ixcanul'

El director de 'Ixcanul', Jayro Bustamante, con las actrices Maria Telon (izquierda) y Maria Mercedes Coroy, ayer.

El director de 'Ixcanul', Jayro Bustamante, con las actrices Maria Telon (izquierda) y Maria Mercedes Coroy, ayer.

NANDO SALVÀ

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Hacer una película basada en un libro que previamente versionaron dos monstruos como Jean Renoir primero y Luis Buñuel -de forma magistral- después requiere tal grado de osadía que uno siente la inclinación natural de darle el voto de antemano a quien se atreva, por tenerlos bien puestos. Ahora bien, luego lo que se ve en pantalla tiene que justificar que valía la pena tomarse la molestia. En ese sentido, nada que objetarle a Journal d'une femme de chambre. Presentada ayer en la Berlinale, la nueva película de Benoit Jacquot se aleja de esas predecesoras de dos maneras.

En primer lugar porque Diario de una camarerala novela que Octave Mirbeau publicó en 1900, era una colección de episodios sobre la vida de una sirvienta parisina que recuerda su pasado, y Jacquot se centra en episodios distintos a los escogidos por Renoir y Buñuel. Y segundo porque si aquellos dos pusieron el foco en la carga satírica del libro, la nueva película deja al fondo para fijarse en cambio en la psicología de una mujer que cree ejercer un control total de su entorno cuando en realidad lo que necesita es ser dominada.

FALTA DE CONTROL

Esa es la idea. El problema es que Jacquot también aqueja la misma falta de control que su heroína. Siempre ha sido un retratista de pasiones casi siempre femeninas y a menudo, como sus protagonistas, se deja llevar por ellas, lo que significa que su cine es pura indisciplina, desorden. Sus decisiones narrativas no tienen que ver con lo que la historia requiere sino con lo que le pide el cuerpo: si le apetece usar una voz en off durante cinco minutos y luego abandonarla por completo, lo hace; si se le ocurre sabotear una puesta en escena clásica con un par de zums dignos de Valerio Lazarov, por qué no.

MUJERES Y COMUNIDADES INDÍGENAS

Por supuesto hay formas de poner ese desorden al servicio de la película, pero aquí Jacquot no lo logra en parte porque lo extiende al comportamiento de su Célestine (Léa Seydoux). Su agresividad a la hora de incorporar nuevas facetas a su carácter y su falta de interés en ponerlas de acuerdo entre sí hace que al final la joven no solo resulte inasible, sino que no tenga mucho sentido. Y, considerando que aparece en el 99% de los planos de la película, eso es un problema.

También una muchacha que quiere rebelarse pero no puede está en el centro de la guatemalteca Ixcanulprimera película de esa nacionalidad que ha concursado jamás en la Berlinale. También es la primera que dirige Jayro Bustamante, y no será la última considerando lo bien -lo hermosa, lo atenta a los ritmos, los detalles y los ambientes- que le ha salido. Situada en el seno de una comunidad maya, la película enfrenta a esa protagonista a un futuro marido y un embarazo no deseados para retratar qué aisladas están las comunidades indígenas y hasta qué punto basan su modo de vida en la magia y la superstición, y lo expuestas que están por ello a los abusos de la corrupta civilización. A Claudia Llosa, que hace seis años ganó aquí el Oso de Oro con La teta asustada --que tocaba varios temas similares-, y que este año forma parte del jurado, le habrá encantado.

La catalana Laia Costa en 'Victoria'

Retrato del descenso de una joven –la actriz catalana Laia Costa– a los infiernos de la noche berlinesa, la cinta alemana Victoria es un único plano secuencia de 140 minutos. El problema es que es eso y nada más. Sebastian Schipper lo rodó partiendo de un guión de 12 folios, y es obvio que la virguería técnica le obligó a pasar por alto errores y tirar de improvisación. El resultado es un buen intento de acceder al Guinness, pero una película más bien floja.