REFLEXIÓN SOBRE EL PROCESO DE CREACIÓN

La trastienda de Cabré

El autor de 'Jo confesso' publica el ensayo literario 'Les incerteses'

El escritor Jaume Cabré, durante la presentación en la librería Casa del Llibre, de Rambla de Catalunya, ayer.

El escritor Jaume Cabré, durante la presentación en la librería Casa del Llibre, de Rambla de Catalunya, ayer.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Jaume Cabré confiesa que cada vez le cuesta más escribir. Y no es algo reciente. «Escribir es muy difícil porque no se trata de poner una palabra tras otra, sino de tomar decisiones mientras estás creando mundos, construyendo artefactos que tengan valor por sí mismos», asegura, con su nuevo libro, 'Les incerteses' (Proa / Destino, en su versión castellana), bajo el brazo. Cada vez que Cabré se apea de la redacción de una novela -a las últimas, las más ambiciosas, les ha dedicado muchos años y esfuerzos-  siente que necesita reflexionar sobre el trabajo realizado para alejarse de él. De ahí que tras el desgaste de cada una de sus tres últimas ficciones le haya seguido un reparador ensayo literario sobre la literatura, el arte o  los procesos de creación con una finalidad «terapeútica», como cuando cicatriza una herida. Así tras 'L'ombra de l'eunuc' escribió 'El sentit de la ficció'. Y después de 'Les veus del Pamano', 'La matèria del esperit'.

'Jo confesso', la obra que le dio a conocer internacionalmente a base de lectores y premios como el autor de vocación europea que es, le ha seguido cuatro años después 'Les incerteses', que no es la novela que los lectores están esperando con ganas sino una invitación a husmear en la trastienda de su taller creativo. Y aunque su título alude a esa sensación creciente de «ver las cosas menos claras» a medida que se hace mayor, Cabré muestra en sus páginas bastantes convicciones: la fuerza de la palabra, la defensa de las humanidades frente al tsunami tecnológico, el amor por la lengua, la importancia en sus libros de la música clásica y sus estructuras, la tristeza porque el actual rasero de la educación sea de perfil bajo, la convicción de que siempre hay algo misterioso en la creación...

De paso, el autor ofrece también una lección práctica, una especie de 'making of', de los tanteos que llevan a la construcción final de una ficción y de un personaje. Y finalmente muestra en su interior un relato inédito. «Ofrezco dos libros en uno, sí», ironiza.

El autor conoce bien el torbellino de las promociones internacionales y precisamente por eso valora la soledad y el silencio que ha sabido preservar en su casa de Matadepera. «El silencio es esencial para la creación porque te enfrenta contigo mismo y con las cosas esenciales». De esa soledad le ha apartado por momentos «ese invento sensacional» que son los clubs de lectura a los que ha acudido para hablar de tú a tú con los lectores. «Es una experiencia muy enriquecedora -dice- porque siempre te dicen cosas que no sabías. A veces son anecdóticas y otras, tengo que pedir lápiz y papel para apuntarme lo que acaban de decirme», explica. Además constata que el lector, ese ser  inteligente al que le pide bastante esfuerzo, le importa mucho no solo cuando la tarea está acabada sino también durante el proceso de creación. «Creo que la mirada del lector es la que ha predominado cuando me enfrento a la disyuntiva de hacer un huevo revuelto o una tortilla. Me pregunto entonces qué es lo que más le apetece al lector y sigo ese camino».

Exigencia

Y respecto a la ambición, un concepto que suele acompañar a las presentaciones de sus últimos trabajos, no se coarta, reprocha a algunos de sus colegas que se dejen arrastrar por la facilidad. «El camino fácil me pone los pelos de punta.  Los escritores no tenemos la obligación de escribir una obra maestra pero sí de poner en nuestro trabajo el máximo de dedicación. Mi ambición, y yo diría que la ambición de todos los autores, es intentar que el lector sienta que no puede vivir sin el texto que has escrito».

Dicho esto, y habida cuenta de que admite haber escalado cimas literarias de 2.000, 3.000 y 4.000 metros, no sorprende que confiese, quizá a modo de maniobra de distracción para periodistas, que en la actualidad  está subiendo  una montañita de apenas 250 metros con la posible novela que podría tener entre manos. «Todavía no sé si será una novela o no. Lo cierto es que la máquina ya está puesta en marcha. Y puede que de aquí a cinco años acabe siendo algo».