El Barrio volvió a obrar milagros

CRÓNICA Con el Palau Sant Jordi repleto, convirtió en ritual su concierto de regreso

José Luis Figuereo, El Barrio, en el escenario del Palau Sant Jordi.

José Luis Figuereo, El Barrio, en el escenario del Palau Sant Jordi.

LUIS TROQUEL
BARCELONA

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Abrió fuego cantando su nuevo himno: He vuelto. La historia de un regreso tan anunciado como relativo.  Estar dos años largos alejado de los focos es algo de lo más común entre cualquier artista de éxito masivo. Sin embargo, para alguien que lleva desde 1996 enlazando discos y giras, sí es un paréntesis en toda regla. El gaditano José Luis Figuereo Franco ha vuelto a calzarse el sombrero que le transforma en El Barrio. Y su público ha vuelto también con él, agotando todas las entradas con varios días de antelación para el concierto que ofreció el pasado sábado en el Palau Sant Jordi barcelonés.

El tiempo no ha mermado su poder de convocatoria. Ni enfriado el entusiamo que entre los suyos despierta. Nada que ver con el clásico artista mainstream omnipresente en los medios de comunicación. Su escasa presencia mediática crea todavía un mayor vínculo con sus fieles seguidores, miles de ellos luciendo también sombrero barriero y coreando canciones recién estrenadas como si las conociera de toda la vida.

CON ORGULLO / Ningún otro artista mayoritario de tan largo recorrido vive tanto de su presente musical en cada nueva gira. Una vez más, obvió casi todo su pasado en favor de su último disco, Hijo del Levante. Además, solo un par de piezas del penúltimo, una del antepenúltimo (que cantó con el look casi gótico de aquel espectáculo) y del anterior (el totémico La voz de mi silencio), un popurrí de tres canciones con trozos del clásico Rock de la cárcel intercalados y la única que nunca falta: Orgullo barriero. Mientras la cantaba, en las pantallas se veían dibujados bloques de edificios que, al iluminarse, adquirían el glamur de un skyline mientras caía una lluvia de sombreros.

Fuera del guión, y acompañándose él mismo con la guitarra (que por algo fue tocaor antes que cantante), versionó Tu frialdad de Triana. Referencia ineludible de una amalgama de influencias que conforman su propio estilo: con seis instrumentistas (comandados por Diego Magallanes) y tres cantaores como mucho más que un coro de apoyo (un poco como los 4.40 de Juan Luis Guerra en versión flamenca).

En las bulerías que dedica a la memoria de Moraíto Chico, la pantalla transformó el escenario en una catedral de luminosas vidrieras. Intercaló sin dejar el compás un fandango burlándose de aquellos que le daban por muerto, y desató un fervor casi religioso; como un mesías de extrarradio conduciendo a su gente a la tierra prometida.

Es realmente un milagro que, en los tiempos que corren, tan genuina propuesta musical movilice masas. Con mucho de pop y rock (y hasta algún fleco heavy), pero todavía más de flamenco. Tras dos horas y cuarto, cuando ya iban a subir los técnicos a desenchufar, volvió improvisadamente para repetir He vuelto. Y como la mayoría de las canciones no volverá a cantarlas cuando acabe la gira, solo cabe decir : ¡Que vuelva!